Decía James Herriot que observar a los animales es ver a sus dueños, las personas. El mítico veterinario inglés, autor de ese gran manual del comportamiento humano y animal que es Todas las criaturas grandes y pequeñas, acostumbraba a alucinar más con las reacciones de los ganaderos que con sus vacas y cerdos, víctimas muchas veces de su idiotez, sus problemas, sus límites.