Alex de Miñaur ha vencido, pero este miércoles con aroma melancólico en el barrio de Pedralbes, el protagonista no es él. Todos los presentes, en pie y aplaudiendo, se giran hacia Rafael Nadal, que rectifica el paso y se dirige hacia el centro de la pista que lleva su nombre, allí donde ha ganado 12 veces y epicentro del club que le vio crecer y luego triunfar. Se inclina por 7-5 y 6-1 (en 1h 52m), pero se despide con batallando hasta al final, sin arañazos, lo que hoy por hoy vale para él un potosí: “Físicamente estoy bien, y eso es lo más importante”. ¿Adiós, Barcelona? Probablemente. “Lo normal es que sí. Ha sido muy bonito poder jugar esta semana. No puedo más que dar las gracias”.