Ni respeto ni educación

Ni respeto ni educación

Se atribuye al poeta inglés del siglo XVIII Alexander Pope, la autoría de la conocida frase: «Errar es de humanos, rectificar es de sabios», que en su versión original es aún más amplia y decía: «Errar es de humanos, perdonar es divino, rectificar es de sabios». Hoy se suele añadir que «perseverar en el error es de necios».

Visto el problema diplomático causado con la Argentina por el deslenguado Oscar Puente, que más que ministro parece un fanático ultra sanchista, un mínimo de sensatez y educación hubiera requerido de una humilde o sencilla petición de perdón y disculpa con la excusa que hubiese preferido para el caso, dada las consecuencias que para el interés general de España significa una crisis de este tipo con una nación hermana y del nivel del país andino.

Por el contrario, es el sanchismo a coro el que considera el comunicado de la Casa Rosada como «desproporcionado y fuera de lugar». Es decir, que un ministro del gobierno español se mofe y difame al Presidente de la República y diga que por su forma de expresarse en un acto político parecía haberse drogado, no justifica la respuesta política dada, que está «fuera de lugar». Al parecer, Milei debería haber dado las gracias al gracioso Puente, modelo de referencia de la «regeneración democrática» sanchista. Es un dato no menor conocer que esa expresión del deslenguado Puente tuvo lugar en un acto celebrado en la «escuela de gobierno» socialista de Salamanca: con tamaño maestro imaginen la formación que reciben esos alumnos socialistas.

El refrán lo explica perfectamente, «perseverar en el error es de necios». Y en este caso además es una falta de respeto y de educación, propia de la chulería de quien recibe y departe con el Rey con las manos en los bolsillos del chaqué. La lección que se extrae de este despropósito, es que han bastado tres días para conocer –al finalizar su retiro y decidir si seguía o no en la Moncloa– en que consiste el «punto y aparte» en su labor de gobierno para «acabar con el lodazal, los bulos y el fango».

Es una pena que no incluyese además, acabar con los insultos, la falta de educación y la mentira, entre las lacras que es preciso eliminar del debate político, ahora convertido por la derecha y la ultraderecha en un «lodazal». Aunque se comprende perfectamente que no lo incluyera en su programa de «regeneración democrática», como una necesaria exigencia ética, porque hubiese significado una moción de autocensura a su persona. Veremos lo que dice y hace su amnistiado aliado Puigdemont el domingo.

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