People In Red, una velada solidaria que busca recaudar fondos para la Fundación Lucha contra las Infecciones y poder seguir liderando proyectos de investigación que permitan ofrecer tratamientos innovadores para curar a las personas que conviven con una infección. Como la Gala Met de Nueva York, que también tuvo lugar esta noche, el Palacio Nacional de Montjuic reunió ayer a lo más granado de Barcelona en una cena rebosante de glamour que acogió a cerca de 800 invitados, la más multitudinaria desde el inicio de esta iniciativa.
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Afortunadamente, la lluvia no llevó a cabo su amenaza y los primeros rostros conocidos en llegar, como Dulceida, Martina Klein, Marc Bartra, Jessica Goicoechea o Marc Clotet y Natalia Sánchez, siempre fieles a la People In Red. De hecho, Bonaventura, padre del artista catalán, es el presidente de la Fundación Lucha contra las Infecciones, y para él siempre es un honor que su hijo y su nuera hagan cada año de perfectos embajadores de tan esperada gala. «Es una excusa perfecta para poder venir a Barcelona y encontrarnos todos aquí, porque Marc y yo vivimos en Madrid con los niños. Nosotros venimos solo hoy, pero el padre de Marc y su equipo trabajan en esto todo el año», comentó la actriz a LA RAZÓN. Disfrutaron de un aperitivo con vistas privilegiadas del atardecer en la Ciudad Condal, amenizado por un show sorpresa de 40 bailarines del Institut del Teatre de Barcelona, que llevaron a cabo una increíble performance colgados a unos 20 metros de altura.
Ya dentro del majestuoso palacio, el prestigioso humorista Andreu Buenafuente se consagró como maestro de ceremonias y condujo la gala como mejor se le da, sacando una carcajada a los invitados. Pero fue la deliciosa cena, servida a cuenta del chef con estrella Michelin Nandu Jubany, lo que de verdad hizo las delicias de todos los presentes. Por más delicioso que fuera el postre, el gran colofón de la cena llegó con la actuación de la cantante Rozalén, que dio paso a la fiesta cuyas anécdotas -me van a permitir- se guardan bajo secreto de sumario. Hay que vivirlo para entenderlo.
