Si algo define un Estado de derecho desde la perspectiva de quienes ejercen las distintas funciones públicas es la limitación competencial. Se es lo que se puede ser y hasta donde se puede llegar; ni más ni menos. Defender frente al resto el propio margen de actuación acaba siendo tan valioso como defenderse de uno mismo, cerrarse a la tentación de extender los propios dominios más allá de donde legalmente nos está permitido. Y esto, que parece una obviedad, puede dejar de serlo a fuerza de intentos.