Reino Unido someterá a terapia a los menores con disforia de género antes de plantear la transición de sexo

Reino Unido someterá a terapia a los menores con disforia de género antes de plantear la transición de sexo

Terapia antes que transición. Esta es la clave del esperado informe sobre cómo el Sistema Nacional Público británico (conocido como NHS) debe tratar a niños y adolescentes con disforia de género, tras registrarse un “insólito incremento de casos” donde a los menores se les está derivando de manera apresurada a iniciar un proceso de cambio sin analizar antes si tienen problemas de salud mental o han experimentado abusos.

La cuestión trans lleva tiempo protagonizando la agenda política del Reino Unido, donde existe gran preocupación tras denunciarse que a los niños se les está permitiendo cambiar de género en la escuela sin el conocimiento o consentimiento de sus padres. En la última década, los menores que han sido derivados para iniciar cambio de género han pasado de 250 a más de 5.000.

El Ejecutivo pidió a la reputada pediatra Hilary Cass realizar una evaluación y, después de casi cuatro años de trabajo, la experta publica este miércoles sus conclusiones y recomienda alejarse de un enfoque medicalizado para afrontar una vía de tratamiento más holística donde se puedan considerar las cuestiones de género junto con otros posibles problemas en la vida del niño. La doctora detectó que una alta proporción de menores que no querían ser niñas eran autistas, muchos tuvieron una infancia problemática o habían estado bajo tutela y otros eran homosexuales.

Las recomendaciones provisionales de Cass – expresidente del Real Colegio de Pediatría y Salud Infantil – ya han tenido un impacto significativo en la evolución de esta área de la atención sanitaria. Su informe publicado en febrero de 2022 provocó el cierre del Servicio de Desarrollo de Identidad de Género (Gids), que será ahora sustituido por dos centros regionales: el Great Ormond Street, también en Londres, y el Alder Hey, en Liverpool. El NHS espera poder llegar a crear unos siete u ocho centros regionales más en los próximos dos años, que, no obstante, no podrán recetar tratamientos bloqueadores de pubertad.

Fundado en 1989 por el psiquiatra de niños y adolescentes Domenico Di Ceglie, el Gids se convirtió en servicio público en 2009. Dos años más tarde, redujo la edad en la que los jóvenes podían acceder a los bloqueadores de la pubertad de los 16 a 12 años. La demanda creció rápidamente y el centro ocupó grandes titulares con el caso de Keira Bell. Cuando tenía 15 años se identificaba como un niño. Después de tres sesiones comenzó a recibir bloqueadores hormonales. Pero se arrepintió y ocho años más tarde, y después de someterse a una cirugía, ahora está haciendo la transición para volver a ser una mujer. Demandó a la clínica, argumentando que había sido demasiado joven para consentir el tratamiento cuando era adolescente. El Tribunal Superior le dio la razón, pero el fallo fue anulado en apelación en 2021.

Cass concluyó que el modelo de proveedor único especializado “no era una opción segura o viable a largo plazo” y que se necesitaba un “modelo de servicio fundamentalmente diferente”. Los jóvenes esperaban más de dos años para obtener una primera cita. La experta también criticó la falta de recopilación de datos sobre a los menores a quienes se les recetaron hormonas.

En este sentido, sus recomendaciones también llevaron el mes pasado al NHS a dejar de recetar tratamientos bloqueadores de pubertad en sus clínicas de identidad de género tras comprobarse que no existe evidencia suficiente para continuar con la dispensación de los medicamentos más allá de para ensayos de investigación clínica. El Reino Unido sigue así el enfoque prudente impuesto en otros países europeos como Suecia o Finlandia.

De hecho, el NHS ha asegurado que su tratamiento prolongado puede causar infertilidad temporal “o incluso permanente”. Además, algunos pacientes habían cambiado de opinión sobre su transición en mitad del tratamiento.

Para diciembre de 2024 está previsto que vea la luz una nueva investigación sobre el uso de bloqueadores de pubertad, que determinará las próximas líneas a seguir. “Es preocupante que se haya establecido una nueva política antes de que se haya iniciado la investigación. Todos los jóvenes trans merecen acceso a atención médica oportuna y de alta calidad”, afirman desde el grupo de derechos LGBT+ Stonewall.

Por otra parte, el Gobierno británico publicó a finales del año pasado la esperada guía -no vinculante legalmente- para los centros educativos en Inglaterra sobre el trato al alumnado trans, en la que aconseja un “enfoque prudente” de la cuestión. En ella, el Ministerio de Educación, en colaboración con el Departamento de Igualdad, determina que las escuelas deben tener en cuenta a los progenitores a la hora de tomar decisiones relacionadas con la juventud que desea transicionar, salvo en las ocasiones en las que esto pueda suponer algún riesgo para los niños.

Si bien la guía considera posible cambiar el uniforme, el nombre informal o los pronombres que se usan para referirse al alumnado, incide en que las escuelas “siempre deben proteger los espacios para un único sexo”, como baños, duchas o vestuarios. No obstante, en el caso de que esto supusiera algún malestar para el alumnado trans, se sugiere a los centros educativos la creación de espacios alternativos “mientras se continúa asegurando que las áreas siguen siendo para un único sexo”.

Asimismo, la guía sostiene que las escuelas deben proporcionar oportunidades equitativas al alumnado en el ámbito deportivo, por lo que, en deportes donde las diferencias físicas pueden suponer riesgo, insiste en dar prioridad a “la seguridad”.

Por un lado, la publicación reconoce que las escuelas “tienen la obligación legal de proteger y promover el bienestar de toda la infancia” y que deben ser lugares “tolerantes y respetuosos donde nunca se admita el acoso”. Por otro, subraya que los centros educativos poseen “obligaciones legales específicas determinadas por el sexo biológico”, así como que no existe ningún “deber general de permitir a un niño transicionar socialmente”.

En la actualidad, la Ley de Reconocimiento de Género de 2004 especifica que, en todo el Reino Unido, las personas transgénero pueden lograr el reconocimiento legal de su cambio de género si cumplen determinados requisitos como ser mayores de 18 años, ser diagnosticados con disforia de género, demostrar que han vivido en su género “adquirido” durante dos años y hacer una declaración legal de que vivirán de esta manera

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