Salvador Illa, ayer y hoy

Salvador Illa, ayer y hoy

El candidato sanchista en Cataluña cerró la campaña de 2021 con un exabrupto a los independentistas. Una semana antes del 14-F, día de la convocatoria, Illa soltó una frase que hoy no diría: «No formaré un gobierno con independentistas, es malo para Cataluña».

Aquella campaña la dirigió Iván Redondo, que usó sus técnicas habituales: alimentar la división del voto adversario en varios partidos para que pierdan fuerza, y enviar mensajes muy simples dirigidos a sus electores tradicionales. El obstáculo del PSC entonces eran los nacionalistas –qué tiempos y solo han pasado tres años–, así que alimentó al PDeCat para debilitar a Junts. Lo mismo hizo con la resistencia constitucionalista. Illa hizo de sparring con Vox para aumentar su protagonismo, discutió con Ignacio Garriga para hacerle conocido en Cataluña, y las teles dieron mucha cancha a los extraños enfrentamientos callejeros de Vox con los independentistas. Funcionó: Vox apareció como portavoz de la resistencia en Cataluña, y esto restó votos a Ciudadanos y al Partido Popular, que hicieron unas pésimas campañas.

Además, los nacionalistas firmaron un compromiso para no pactar tras las elecciones con el PSC, con lo que convirtieron a Salvador Illa en la alternativa. Un gol en propia meta. De hecho, los socialistas catalanes lo aprovecharon y dijeron: «si quieres un cambio, vota PSC y sorprende a los independentistas».

Era la oportunidad para Salvador Illa de reunir el voto de los no nacionalistas, e Iván Redondo colocó los mensajes. Declaró que no iba a pactar con ERC porque la superación del «conflicto» no podía hacerse compartiendo la Generalitat con indepes. Renegó del tripartito de Maragall de 2003, que veremos en 2024 ensalzar. Y para agradar a los constitucionalistas dijo: «No me siento orgulloso del Pacto del Tinell», el que marginó al PP. Es más; aseguró que no habría «ni amnistía, ni referéndum de autodeterminación». El resultado fue que ganó las elecciones del 14-F. Solo sumó 46.000 votos más que en 2017, pero duplicó el número de escaños. Un éxito. Es lo que tiene centrar la estrategia en la maximización de los recursos.

La diferencia con el actual Salvador Illa es abismal. Insisto, solo han pasado tres años. Para empezar, en 2021 se lanzó la campaña de que había sido el ministro que nos salvó del covid. Sí, ya sé que es más que discutible, pero entonces coló. Hoy su gestión en el ministerio está cuestionada, no solo por la pandemia –seguimos sin saber el número de muertos–, sino por la corrupción. Los nacionalistas se lo están sacando. De hecho, Junts llamará a Illa a la comisión parlamentaria que investiga los contratos de emergencia que permitieron la corrupción. Su nombre sale en la trama de Koldo, por lo que su labor como gestor está algo más manchada.

Esto no es lo peor. Ahora Salvador Illa, a diferencia de 2021, defiende con ardor la amnistía. Esto resta valor a cualquier promesa que pueda hacer hoy. Si dice que nunca jamás de los jamases habrá un referéndum de autodeterminación, nadie le creerá. Tampoco es creíble si dice que un gobierno con ERC en la Generalitat no superará el conflicto, como dijo en 2021, porque ahora Sánchez lo hace en Madrid. Incluso se desdice porque asegura que la gobernanza pactada con los nacionalistas es lo que ha dado estabilidad a Cataluña y a España. El cambio es tal que el PSC firmó los presupuestos catalanes con ERC el pasado febrero.

¿Qué hará Illa en esta campaña? Lo básico: cumplir las órdenes de Moncloa. En 2021 la concordia estaba en la Constitución. Tres años después dice que en la amnistía y el referéndum. A eso lo llaman “cambiar de opinión”. Luego buscará el voto del cinturón rojo de Barcelona y del área metropolitana de Tarragona insultando al Partido Popular y Vox y metiendo miedo, como siempre. Es lo único que le queda.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *