Pedro Sánchez llegó temprano este miércoles al Congreso resuelto a elevarse sobre el albañal en que se había sumido en las últimas semanas el debate parlamentario. El presidente afrontaba una de sus periódicas y obligadas comparecencias para informar de los acuerdos del último Consejo Europeo, una cita que suele dar pie a hablar de todo menos del motivo de la convocatoria. Pero esta vez Sánchez estaba empeñado en exhibir protagonismo internacional y no caer de nuevo en el frenético tiovivo de acusaciones cruzadas con el PP. Y aunque le costó trabajo, porque Alberto Núñez Feijóo intentó llevar el debate a un terreno más favorable, lo acabó consiguiendo. De tal modo que no se oyó ni una vez la palabra Koldo y la amnistía sonó solo como un eco lejano de una discusión en la que se habló mucho de Ucrania, de Gaza y hasta del Sahel. Un verdadero exotismo para los usos de este Congreso.