Desde primera hora de la mañana, por los gestos, era muy evidente que Pedro Sánchez estaba muy tocado con la decisión de un juez de abrir diligencias para investigar a su esposa, Begoña Gómez, tras una denuncia del grupo ultra Manos Limpias, especializado en denuncias contra dirigentes de izquierda que suelen quedar en nada. El presidente salió del Congreso visiblemente molesto, y se fue a La Moncloa, donde diversos colaboradores lo vieron muy tocado, aunque no imaginaron lo que pasaría después. Sánchez se encerró con su familia y redactó de su puño y letra una carta en la que asegura que está pensando seriamente en dimitir tras los “ataques sin precedentes” a su esposa.