Startup compra startup: una operación de alto riesgo

Startup compra startup: una operación de alto riesgo

Muchas startups acaban desapareciendo, desgraciadamente. Otras evolucionan y acaban teniendo un tamaño pequeño, mediano o incluso grande, llegando a veces hasta salir a bolsa y hacer las américas. Algunas acaban siendo adquiridas por grandes empresas, especialmente tecnológicas o con interés en la digitalización que, generalmente, aportan estas startups. Y también hay otro grupo que acaban comprando otras startups.

Las razones por las que una empresa de base tecnológica compre otra pueden ser muy diversas; desde adentrarse en un nuevo mercado (sobre todo cuando se aspira a la internacionalización), complementar su oferta o, incluso, para integrar el talento de la adquirida. Según Alberto Tornero, socio de PwC y responsable del área de Empresas de Alto Crecimiento, «generalmente las razones por las que una startup puede tener interés en comprar otra pueden ser tres». La primera razón es el crecimiento inorgánico, es decir, la expansión a través de la adquisición de clientes y el aumento de la cuota de mercado tanto a nivel nacional como internacional. «Es verdad que una startup que se plantea comprar otra ya empieza a tener un tamaño», contextualiza Alberto Tornero. Otra es la integración del talento de la empresa adquirida o por su tecnología. La tercera causa es «poder generar un modelo de resultados que le permitan acceder a otro tipo de financiación o de inversión» que no podría con un tamaño menor.

Un proceso, en cualquier caso, que no siempre es sencillo, que puede demorarse en el tiempo y que, como en el caso de la búsqueda de financiación, puede acabar siendo un trabajo en sí mismo.

Yo compré otra startup

En un momento en el que muchas startups están viendo cómo sus valoraciones están mermando, vender la empresa puede deberse a una manera de compensar a los inversores, generar algún beneficio para los fundadores y ofrecer a los empleados buenos puestos de trabajo en el futuro.

Alicia Asín es la fundadora y CEO de Libelium. El año pasado adquirieron Hopu. «El mercado de IoT dejó de crecer y empezó a madurar, mostrando signos de consolidación», contextualiza. «Estas operaciones son increíblemente complejas ya se hagan en el ámbito de empresas grandes o pequeñas y el proceso de integración es tremendamente agresivo para ambas organizaciones. Por lo tanto, sólo merece la pena hacer una operación de este tipo si lo que se pretende adquirir es imposible hacerlo de otra manera (ejemplo: si se compra un producto o facturación, hacerlo sólo si es totalmente inviable o peor intentar hacerlo de manera orgánica), cuenta, añadiendo algo que considera «más importante»: «este valor han de verlo ambas partes y ser capaces de transmitirlo a sus equipos para asegurar que la integración que empieza el día de después de la firma es un éxito».

Sin embargo, para Marc Bonnamour, CEO de Skeepers (que se hizo con el control de TokyWoky), adquirir startups presenta desafíos únicos en comparación con adquisiciones entre empresas más establecidas. Entre otros, «destacaría la falta de historial financiero, lo cual dificulta realizar una valoración adecuada; así como las diferentes culturas y equipos que requieren alineación y la existencia de riesgos regulatorios específicos». Asimismo, detalla que hay una serie de riesgos relacionados con valoraciones complicadas y otros posibles obstáculos, pero reconoce que ofrece «oportunidades de crecimiento acelerado, acceso al talento y diversificación».

Largo proceso

Adquirir una empresa es algo que, por lo general, conlleva meses de trabajo y negociación. «Puede que se haga en una maratón de unos meses haciendo cuentas y negociando condiciones, pero en realidad es un proyecto a largo plazo», asegura Asin, quien reconoce que «la operación nos compensaba porque las soluciones iban a completar nuestro portfolio. Puedes innovar desde cero una solución, pero es mucho más costoso que integrar en el catálogo una ya creada y con una cartera de clientes que ya la ha puesto a prueba».

Para Tornero, lo normal es que pasen, mínimo, seis meses desde que se inician las conversaciones hasta que se firma un documento. Pero, advierte, los implicados deben «entender que son procesos muy largos y muy complicados. La gente se alegra el día que termina la compra, pero es ahí cuando empieza lo complicado, por lo que hay que tener un plan muy concreto de cómo van a integrar a ese capital humano, cómo van a tener esas relaciones con clientes y cómo van a integrar, en su caso, la tecnología que tenían».

Por eso, este experto recomienda, además de tener este plan, ver primero «cuál es la oportunidad» que presenta esa adquisición, además de hacer unas diligencias, a veces muy exhaustivas, para no pasar nada por alto «y que vengan las sorpresas».

Mientras, Marc Bonnamour asegura que si tuviera que dar un consejo a una startup que quiera otra es que esta operación «implica no solo evaluar los aspectos financieros y legales, sino también entender la cultura empresarial, el historial del equipo clave y el potencial de crecimiento a largo plazo. Además, es crucial establecer una comunicación abierta y transparente con los fundadores y empleados para facilitar una integración exitosa».

Asin, mientras, considera que la experiencia le dice que identificar al «personal clave de la empresa adquirida es clave, así como su motivación y retención en el proyecto». También considera que hay que «saber gestionar la incertidumbre porque son momentos muy críticos para el equipo. En nuestro caso, el día siguiente a la firma reunimos al equipo al completo para explicarles los detalles de la operación, el proyecto tan ilusionante y motivador que teníamos entre manos y tratar de resolver las dudas inmediatas. Además, lo hicimos en el marco de unas jornadas de ‘‘team building’’ las cuales utilizamos para unificar valores y cultura corporativa».

650 operaciones de fusión en 2023

Si hacemos caso a los datos que maneja Crunchbase (plataforma que agrupa información de empresas), durante el año pasado poco más de 650 startups financiadas a nivel mundial fueron adquiridas por otras startups financiadas. Se trata del número más más bajo en los últimos tres años, debido en parte a la cierta parálisis que vive el mercado de la financiación por los altos tipos de interés.

Aunque siempre hay excepciones, cuando se da este tipo de circunstancia económica y una startup compra otra, los fundadores y los inversores de la empresa adquirida no suelen obtener un gran rendimiento de su inversión, lo que, evidentemente, supone un freno para este tipo de operaciones.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *