Triunfo de los cachorros de Otegi

Triunfo de los cachorros de Otegi

Si hay algo que consigue Pedro Sánchez es aumentar el voto soberanista. Su obsesión por mantenerse en La Moncloa a costa de socios separatistas otorga a estas formaciones políticas un incremento electoral que les hace decisivos en sus chantajes al Gobierno de la nación. Estas elecciones vascas, con el empate técnico entre el PNV y EH-Bildu, demuestran que la destrucción del constitucionalismo es un hecho preocupante. Al margen de que el Partido Socialista de Euskadi (PSE) pueda tener la llave para reeditar la actual coalición de gobierno en Ajuria Enea, lo cierto es que los herederos de ETA han tenido un resultado espectacular, un auge increíble con recogida también de votos de Podemos. Ante este duelo soberanista los socialistas vascos podrían inclinar la balanza para mantener en el gobierno de Euskadi al Partido Nacionalista Vasco, en un gobierno rehén para mantener a Sánchez en lo que quede de legislatura. Hoy más que nunca es bien triste recordar que tantos años de terrorismo, tanto dolor de las víctimas, queda borrado de un plumazo. El «blanqueo» político de los sucesores de Herri Batasuna, orquestado por Pedro Sánchez para apuntalar su poder, ha funcionado. Salga el gobierno vasco que salga, el triunfo de los cachorros de Arnaldo Otegi es incuestionable.

Justo es también reconocer el enorme esfuerzo del candidato del PP, Javier de Andrés, que en un territorio duro y hostil ha logrado mejorar sus resultados. Y sobre todo, aventajar y empañar a Vox para demostrar que los populares son la única útil marca del centroderecha defensora del pacto constitucional. En el otro polo político, el fiasco de la izquierda es evidente y las perspectivas electorales de Podemos, y en especial las de su rival Yolanda Díaz, desastrosas. La lideresa de Sumar, sentada todavía en el Gobierno de coalición social-comunista, camina de fracaso en fracaso bajo la satisfacción de quien fuera su mentor, Pablo Iglesias. En Euskadi el voto soberanista se ha impuesto por encima de cualquier marca progresista y está por ver cómo en este pugilato separatista acaban las fuerzas entre el PNV, tradicional inquilino de Ajuria Enea durante tantos años, y la fuerza pavorosa de EH-Bildu, auténtico vencedor de estos comicios y con un papel a tener en cuenta en el Parlamento vasco.

Nadie puede negar la influencia de estos resultados a nivel nacional en el Congreso de los Diputados. El apoyo a Pedro Sánchez desde los escaños del PNV y EH-Bildu, claves en todas las iniciativas legislativas del PSOE, ahora pueden actuar con mucha más exigencia. El panorama de extorsión y chantaje de los soberanistas se plantea desolador, máxime cuando se avecinan otras dos contiendas electorales: catalanas y europeas. El relevo generacional, el blanqueamiento a cargo del PSOE de los herederos de ETA, a quien su candidato Pello Otxandiano sólo define como «un grupo armado», se ha impuesto. La memoria tiene las patas muy cortas y produce tristeza ver cómo se borran tantos años de barbarie y víctimas de uno y otro lado. Frente al terror, indulgencia. Y frente a la defensa de España, un horizonte incierto, una nueva sombra de chantaje soberanista sobre el pacto constitucional. La sociedad vasca ha votado fragmentada entre una buena gestión económica, avalada por los años de gobierno del PNV, y una apuesta por quienes un día defendieron el terror y hoy emergen como héroes del cambio.

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