Un nuevo estudio revela por qué los robots no se mueven lo que prometía la ficción

Un nuevo estudio revela por qué los robots no se mueven lo que prometía la ficción

Escribió Asimov una colección de cuentos cortos llamada Sueños
de robot y Phillip K. Dick bautizó como ¿Sueñan los androides con ovejas
eléctricas? al libro que inspiró Blade Runner. Parece que durante
décadas nos preguntamos con qué soñarían los robots
y ahora, en nuestro presente súper-tecnológico, seguimos sin saberlo, porque
somos nosotros los que soñamos con ellos. Los hemos imaginado de mil formas
y colores, pero sus representantes
más modernos son tan decepcionantes para la ciencia ficción como meritorios desde
una perspectiva puramente tecnológica.
Ahora, un estudio científico analiza por primera vez por qué los robots no
han cumplido las expectativas de quienes, hace años, soñaron con ellos.

En concreto, el artículo analiza por qué no hemos logrado
que los robots se muevan como lo hacen los animales. Nada de lo que hemos
logrado se acerca ni remotamente a la velocidad
de un guepardo, la versatilidad de un mono o la agilidad de un pastor belga. ¿Cómo
es posible? Si nos hubieran preguntado hace un siglo, habríamos jurado que nos
sería más fácil emular las habilidades físicas de un humano que sus habilidades
cognitivas y, en cambio, aquí estamos, con robots relativamente ortopédicos,
pero inteligencias
artificiales capaces de crear imágenes, vídeos y música indistinguibles del
arte humano.

Cinco cualidades

Estos no son los robots
que nos prometieron, y eso han investigado un grupo de expertos de varias
universidades, entre las que destaca la de Washington, Colorado Boulder y la
Simon Freser. El estudio, publicado en la revista científica Science Robotics,
consiste en una comparativa detallada de varias características
entre los robots corredores y sus equivalentes en animales.

Esas características fueron cinco: la potencia, la estructura,
la actuación, la detección y el control. Subsistemas necesarios para la
motricidad de un robot y de cualquier organismo, en realidad. El resultado
fue una sorpresa. Históricamente se ha asumido que si los animales se movían
mejor era, en parte por la superioridad de sus componentes. Dicho con otras
palabras: porque huesos, músculos y ligamentos era mucho más eficientes
equilibrando peso, resistencia, versatilidad, etc. Pues bien… estábamos equivocados.

Nuestro error

Resulta que esos componentes biológicos que nombrábamos funcionaron
sorprendentemente mal si lo comparamos con sus análogos artificiales. “Con solo
algunas excepciones menores, los subsistemas de ingeniería superan en
rendimiento a los equivalentes biológicos, y a veces los superan radicalmente,”
dice Tom Libby, uno de los investigadores.

Pero, entonces… ¿dónde está el problema? Porque es una
realidad que “un ñu puede migrar durante miles de kilómetros sobre terreno
difícil, una cabra montesa puede trepar por un acantilado literal,
encontrando puntos de apoyo que ni siquiera parecen estar allí, y las
cucarachas pueden perder una pata y no disminuir la velocidad” dice el Dr. Max
Donelan, uno de los investigadores. ¿Por qué nuestros robots no se mueven así?

Un problema de integración

Lo que nos ha revelado este estudio es que, la verdadera diferencia
que nos da la victoria a los organismos biológicos es la integración y el
control que tenemos de nuestros componentes. Nuestro sistema nervioso es una
verdadera obra de arte del azar, el ensayo y el error. Nada se le puede
comparar y esa es la clave. Nuestros cerebros tienen áreas destinadas a
procesar la información que les llega de los sentidos y, en función de ellas,
informar a otras estructuras encargadas de planear y coordinar los movimientos
de sus músculos. Incluso los gestos más sutiles implican una gran
complejidad motriz.

Los investigadores de este estudio subrayan que la evolución
ha tenido miles de millones de años para afinar estas habilidades y que la
robótica cuenta con una historia mucho más corta. Sin embargo, esa
comparación es algo injusta teniendo en cuenta que la evolución es azarosa en
su avance y que la ingeniería debería estar dirigida por la razón, haciéndola
mucho más rápida.

Ellos mismos reconocen que gracias a esa diferencia, no
tendremos que esperar miles de millones de años para tener robots ágiles, pero,
entonces… ¿por qué nos está costando tanto emular esta habilidad de los
organismos biológicos? Porque, como decíamos al principio, la cognición es
tremendamente compleja y ha necesitado incluso más tiempo para evolucionar
hasta las cotas que ya podemos imitar con las IAs. Esas son preguntas que,
por ahora, permanecen sin respuesta, ni siquiera en el estudio de Science
Robotics.

QUE NO TE LA CUELEN:

Por supuesto, la robótica ha logrado verdaderos hitos durante
los últimos años y la motricidad de algunos robots, como las famosas creaciones
de Boston Dynamics, es espectacular. Nos maravillan y nos hacen sentir que esos
sueños sobre robots están cada vez más cerca, pero seamos sinceros, si los
comparamos con los organismos biológicos, salvo por una locomoción básica y algunas
habilidades tan espectaculares como específicas, no hay punto de comparación
con las proezas que hacen incluso los vertebrados más modestos.

REFERENCIAS (MLA):

“Why
animals can outrun robots” Science Robotics 10.1126/scirobotics.adi9754

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