Un balancín, un tobogán y un columpio desentonan en medio de los rostros intranquilos que aguardan su turno, los funcionarios atareados y los agentes de seguridad que pululan por los pasillos. Y, sin embargo, forma parte del juzgado en el que se dirimen causas por violencia machista y agresiones sexuales. Un edificio que puede resultar excesivamente laberíntico, pero que está diseñado así precisamente para que denunciante y denunciado nunca se crucen. En el juzgado número 1 de violencia sobre la mujer, se halla la sede de la Oficina de Asistencia a Víctimas de Delitos de la Comunidad de Madrid, un servicio centrado en ayudar en el abrumador proceso judicial a aquellas personas a las que más les cuesta dar el paso de recurrir a la justicia. El 67% de las víctimas a las que atienden ha sufrido violencia machista o sexual.