La Galatea aún vive. Los goznes de los portones chirrían y el suelo de madera se expresa con crujidos al dirigirse al corazón de la emblemática tienda de libros antiguos. Las estanterías exhiben un variado abanico de títulos y autores desde el siglo XVI hasta la actualidad. Pero muchos de ellos serán encerrados pronto en cajas de cartón si ningún comprador se los lleva antes a su casa. A la sede física de La Galatea en Salamanca, en la calle de los Libreros, le quedan unos días de latido antes de sucumbir a la especulación: el dueño del edificio, tras 14 años del negocio, lo vende para uso turístico. Se va el cuerpo pero queda el alma, subraya la librera Begoña Ripoll: “La librería no son los libros”.