Una parada (obligatoria) antes de llegar a Madrid

Una parada (obligatoria) antes de llegar a Madrid

Situada en una zona de las colinas onduladas al noroeste de Madrid, a poco más de una hora de la capital en coche, encontramos Ávila, capital de la provincia española con el mismo nombre. Desde hace años, se ha convertido en ciudad de paso, parada obligatoria para muchos o antesala a la gran ciudad para otros tantos que viajan desde León, Valladolid o Salamanca. Fundada en el siglo I, tras la conquista por Julio César de esta zona peninsular; poco después se inicia la construcción de una muralla con las mismas dimensiones que la que podemos ver hoy en día. Cuna de Santa Teresa de Jesús y sepultura del inquisidor Torquemada, la ciudad adquirió su configuración actual en el siglo XI para proteger los territorios castellanos contra los musulmanes.

Su muralla, construida entre 1090 y 1099 por orden del rey Alfonso VI, es una de las mejores representaciones de arquitectura defensiva del mundo conservada íntegramente. Cimentada sobre roca, supone una potente cerca de mampostería granítica, macizada con piedra y mortero de cal. Presenta unas dimensiones de 2.516 metros de longitud, muros de tres metros de espesor y unos doce metros de altura, y cuenta con 87 torres semicirculares y nueve puertas monumentales. Visitable en buena parte de su trazado y accesible a todos los ciudadanos –un paseo de unos tres kilómetros–, se puede acceder a ella por la Casa de las Carnicerías, la Puerta del Alcázar y la Puerta del Puente. El hecho de que sea una ciudad no muy grande, roza los 232 kilómetros de extensión, no implica que no haya cosas que descubrir en esta ciudad histórica. Las iglesias románicas extramuros de San Pedro, San Vicente, San Andrés y San Segundo, las iglesias de San Nicolás, Santa María de la Cabeza y San Martín y los conventos de la Encarnación, San José y el Real Monasterio de Santo Tomás, tienen una gran importancia.

Una de las últimas opciones en incorporarse a la oferta turística de la ciudad es conocerla a través de una visita guiada en tuc tuc La mejor opción para los amantes de la historia y apto para todas las edades. Durante algo más de media hora es posible recorrer las murallas de Ávila e incluso entrar en la ciudad para perderse entre sus plazas históricas, palacios y grandes monumentos. La Plaza de Santa Teresa, el Palacio de los Dávila, la Iglesia de Santa Teresa de Jesús, el Torreón de los Guzmanes, el Mercado Chico o el Mirador de los Cuatro Postes, son solo algunas de las paradas obligatorias que hace este recorrido. A su vez, y gracias a un audio guía, irá conociendo la historia y leyendas que algún día sucedieron en esas mismas calles y que el propio conductor irá completando con sus propios conocimientos.

En el siglo XVI, las casonas nobles que se encontraban junto a la muralla se adosaron al recinto defensivo. Enclavado en la esquina noreste de la muralla, encontramos uno de los hoteles más especiales de la ciudad. El hotel Sofraga Palacio es un palacio medieval cercano a la Puerta de San Vicente que perteneció durante generaciones a los Águila, familia muy influyente entonces en Castilla. Su estructura actual responde a la rehabilitación acometida en el edificio y los jardines a finales del siglo XIX; posteriormente, en 2015 y 2020, fue restaurado para su actual uso de restauración y hostelería. En la actualidad, conserva los rasgos históricos del edificio, con sus emblemáticos muros de sillería, ladrillo castellano visto, artesonados de madera y balconadas.

Además de algo único y sorprendente: la piedra de la propia muralla de Ávila ejerce incluso como cabecero de algunos de los dormitorios y como pared de pasillos y salas, ya que está integrada en la estructura del hotel. Todo ello se combina con una propuesta moderna, en una integración perfecta entre pasado y presente. Sin duda, una oportunidad única en la que dormir arropados por mil años de historia. Un lujo inmaterial pero accesible, algo solo posible en un país como España, en el que contamos con un patrimonio cultural formado por más de 300 Conjuntos Histórico-Artísticos. Uno de ellos es el casco antiguo de Ávila, inscrita en 1985 en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco en reconocimiento a sus valores universales excepcionales. Es uno de los ejemplos de ciudad fortificada mejor conservados del mundo, con su impresionante muralla medieval –construida a finales del siglo XI– conservada íntegramente y con notables iglesias románicas extramuros.

Su gastronomía también es digna de mención y parada: el chuletón, las patatas revolconas o la sopa castellana son algunos de ellos. Su restaurante homónimo se encuentra en un luminoso patio acristalado frente a un jardín del siglo XIX presidido por un imponente cedro de cinco siglos. La carta está protagonizada por la tradición y el producto de calidad y cercanía. Cuenta con entrantes como las judías de riñón con matanza o las mollejas de cordero lechal salteadas con ajos tiernos. Hay varias propuestas de arroces, pescados y soberbias carnes. También cuenta con un gastrobar, más informal y con barra, que permite tomar un tapeo con vinos de la región.

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