En Alicante no todo es lo que parece, al menos no a simple vista. Y es que, bajo esa apariencia de urbe costera, se esconden tesoros, de mayor o menor tamaño, que encierran historias que prescriben el carácter de la ciudad. Solo así se podría explicar el nombre de la famosa plaza del 25 de mayo, a la espalda del imponente mercado municipal, o incluso el de la propia ciudad, relacionado con —según varias teorías— el monte Benacantil (a unos 170 metros sobre el nivel del mar), el otero que domina la costa.