Las cámaras acorazadas se concibieron para guardar tesoros y las del antiguo Banco de España de Salamanca han recuperado su función. Las galerías subterráneas cuentan con varios tipos de cofres: decenas de pequeños cajones metálicos, numerados y con una pequeña llave asignada para descubrir su contenido, o tres amplios habitáculos más propios de películas o series de atracos y argucias de mafiosos. Dentro de estas últimas salas, pintadas de blanco puro, solo hay grises archivadores de cartón con una etiqueta en el dorso. No hay lingotes de oro o alhajas, sino un legado literario: el archivo personal de la novelista Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925-Madrid, 2000). Escritos originales con correcciones y tachones, minuciosas ilustraciones, coquetos collages, títulos y premios se distribuyen entre las carpetas bajo estricta custodia. Fuera, expuestas, algunas piezas o réplicas entre murales con la línea temporal e hitos de la autora, nacida y criada en esa misma plaza de los Bandos de Salamanca.