Amparo Larragaña: “Veo a mi hermana pequeña en un escenario”

Amparo Larragaña: “Veo a mi hermana pequeña en un escenario”

La sintonía de Amparo Larrañaga es absoluta, su tercera temporada en los escenarios con la obra “Laponia” se contabiliza con éxitos. La actriz habla para LA RAZÓN y se abre en canal en una entrevista profunda y plena de contenidos. Como la define su madre, la gran María Luisa Merlo, “es la matriarca de nuestra familia”, la que manda en la saga Larrañaga Merlo.

El teatro es su vida.

Tengo sesenta y un años y ni se me pasa por la cabeza jubilarme.

No aparenta esa edad.

Pues no hago nada para estar así, ni me opero de cosas, ni soy una psicópata de los cuidados personales, ni voy todos los días a cabinas de estética, pero hago algo de deporte, como bien, disfruto de la vida, de los míos…

¿De dónde saca tanta fortaleza?

Es cuestión de carácter, tengo mucha energía.

Hace dos años la operaron del corazón…

Desorbitaron todo, porque solamente tenía mal una válvula y se reemplazó. Nada más. Si no me hubiese dado cuenta del problema la cosa habría sido más grave, pero la situación se solventó muy bien.

En “Laponia” se cuestiona la existencia de Papá Noel. ¿De pequeña creía en el personaje o pensaba que era un ser ficticio?

Al igual que ocurrió en mi caso, me gustaba que mis hijos tuvieran esa ilusión y esa tradición. Pero yo era más de los Reyes Magos.

De todas formas, es como la mentira piadosa de los padres con sus hijos. ¿Es lícito mentirles?

Bueno, debemos mentirles lo menos posible. Pero en el aspecto de Papá Noel no lo veo como una mentira, sino como un juego, una ilusión, una fantasía, igual que, por ejemplo, lo del ratoncito Pérez… Tampoco les hablarías a los tres años de la muerte, como les hablas a los veinticinco. Quiero decir que cada cosa tiene su edad. Lo que sí creo es que en otras cosas no se debe mentir a los ojos, porque se acostumbrarían a la mentira. Hay que ser lo más sinceros posibles con ellos. Esto no significa que yo sea una psicópata de la verdad.

En una ocasión, usted dijo que “no existiríamos sin las mentiras”. ¿Qué significado hay que darle? Sin la mentira no existiría la diplomacia.

Claro. ¿Cuántas veces decimos pequeñas mentiras al día, o cuando decimos que algo nos ha gustado y no es cierto?

Faltar a la verdad es un hándicap en las relaciones de pareja.

Es evidente que no se puede tener una relación de pareja o de amistad basada en la mentira. Aunque los sincericidas no me gustan. Esos que sueltan lo primero que se les viene a la cabeza sin pensarlo son menos tolerantes cuando les dices a ellos una verdad. Lo tengo comprobado.

Lleva unida a su marido muchos años. ¿Cómo acepta esa “atadura” una mujer tan independiente?

Son veintisiete años juntos y los dos tenemos nuestra parcela de independencia, esos sí, con líneas rojas como digo yo. Pero la independencia es fundamental, no se puede estar veinticuatro horas al día pendientes el uno del otro. A lo mejor hay gente que le encanta, pero no es nuestro caso. La libertad dentro de la pareja es fundamental, y Ángel y yo lo tenemos muy claro, si no fuera así, seguramente no estaríamos juntos.

Desde que apareció en la serie “Los hombres de Paco” no la hemos vuelto a ver en televisión…

Prefiero el teatro, aquí no sufro las dictaduras que tengo en la tele, la dictadura de la belleza, las pegas por las arrugas… ¿Qué querían, una novia joven y guapa para Paco Tous en la serie? En teatro puedo interpretar hasta a la madre de un niño de diez años y nadie me lo cuestiona, el teatro es mucho más agradecido con las mujeres que la televisión. En el cine y la pequeña pantalla, cuando llegas a ciertas edades, parece que no existes, se da prioridad a las más jóvenes, mientras que el público teatral está deseando ver sobre el escenario a las actrices de toda la vida. Mire, mi propia madre tiene más de ochenta años y está de gira con una obra y tiene unos seguidores que la adora.

Un público al que le gustaría ver a Amparo Larrañaga y a su cuñada, Maribel Verdú, juntas sobre el mismo escenario.

Ya trabajamos juntas en “Las amistades peligrosa” y en “Después de la lluvia”. Pero mi hermano, que es su marido y quien produce las obras que protagonizamos, no nos quiere juntar porque entonces no podría tener dos montajes distintos en los escenarios y habría menos beneficios. Es de lógica.

La saga interpretativa de los Larrañaga Merlo no tiene continuidad en sus hijos, es una pena.

De una u otra forma están vinculados al mundo artístico, aunque sea en el campo técnico. A la que sí veo con ganas de seguir nuestros pasos es a mi hermana pequeña, que cumplirá en febrero del próximo año los dieciocho, y es la hija que tuvo mi padre con Ana Escribano.

¿Existe una relación fluida entre las dos?

Totalmente. Nos llevamos muy bien.

El 30 de agosto se cumplirán doce años de la muerte de su padre, de Carlos Larrañaga. ¿Cómo le recuerda?

Le tengo presente cada día de mi vida, pero todavía no puedo ver una película suya de mayor, de joven si. Me acuerdo mucho de él, guardo sus fotos, sus cositas, es que me tiré años guardando sus cenizas. Aceptas su muerte, la asumes, pero nunca lo superas.

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