Ana Congost, la mejor amiga de Silvia Tortosa, desvela cómo fueron sus últimas horas de vida

Ana Congost, la mejor amiga de Silvia Tortosa, desvela cómo fueron sus últimas horas de vida

Ana Congost, la mejor amiga de Silvia Tortosa, la mujer que estuvo al pie de su cama durante la última noche de vida de la actriz, desvela que “Silvia se marchó tranquila y en paz. No quisimos decirle lo del cáncer de hígado que la destrozaba por dentro, pero en su fuero interno sabía que la vida se le iba yendo. Llevaba separada de Carlos Cánovas unos cuantos meses y no tenía intención de verle, pero nadie impidió a ese hombre que le diera el último adiós. No es verdad que Silvia pidiera que si se iba de este mundo no dejaran entrar a Carlos en el tanatorio. Pero bien es cierto que aquella ruptura le hizo caer en una depresión, lo pasó muy mal”. Recuerda que, “gracias a Dios, Silvia no sufrió en sus últimos días, no tenía dolores, cuando el martes 19 de marzo le practicaron una ecografía y descubrieron que tenía cáncer de hígado, preferimos no decirle nada para que no se preocupase. Quien iba a decirnos que moriría el sábado siguiente. Todo fue muy rápido. Pero ella no notaba dolores”.

Cuando le preguntamos si estaba al tanto de que Cánovas ya estaba con otra mujer, responde que “en eso no me meto, pero la separación le costó a Silvia una depresión”.

Califica aquella última noche con su amiga como “inolvidable, era maravilloso verla tan tranquila, le decíamos palabras muy cariñosas, y aunque estaba medio sedada nos sonreía. Fue una muerte dulce, sin sufrimiento. En su subconsciente debía saber que se iba, porque se la veía con una paz impresionante. Pero en ningún momento dijo “me voy a morir”. Por encima de todo, primaba una serenidad absoluta. Fue valiente hasta el final de sus días”.

Tras romper con Carlos, la septuagenaria artista estaba tan baja de ánimo que ingresó en una clínica para que la ayudaran a recuperarse del desánimo y la pena. Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que Silvia vivió una de las etapas más dolorosas de su existencia. Descubrir que su pareja le era infiel con otra, exactamente con la actriz de cuarenta y siete años, Marina Lozano, fue un tremendo disgusto. Amaba con toda su alma a Carlos y la infidelidad la hundió en un abismo del que era muy difícil salir, se marchó de este mundo víctima del cáncer de hígado y, también, del desamor.

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