Maverick Viñales se llama Maverick por el protagonista de Top Gun, pero ahora su inspiración le llega de Batman. Es su superhéroe preferido, se ha puesto el mítico murciélago en el casco y está literalmente volando. Su doblete en el Gran Premio de las Américas no es que esté al alcance de muy pocos, es que le coloca directamente en los libros de historia del motociclismo, porque es el primer piloto en la era MotoGP en ganar con tres marcas distintas. Lo hizo con Suzuki en Silverstone 2016, con Yamaha en Qatar 2017 y ayer en Austin con Aprilia. Está Mack en un momento de inspiración enorme, parecido al que pasó cuando llegó a Yamaha y parecía que iba a ganarlo todo. Y si consigue replicar este rendimiento en los circuitos que vienen, no es que sea candidato al título es que sería el máximo aspirante.
De momento, lo que quiere hacer Viñales es disfrutar y eso es lo que ha conseguido en Texas, en un trazado que le encanta y con una Aprilia que está alcanzando un rendimiento para mirar a la cara al dominio de Ducati. Si el sábado en el Sprint, después de una «pole position» de récord, Maverick ganó liderando todas las vueltas; ayer en la carrera larga duplicó su apuesta. Porque esta vez salió mal, cayó hasta el noveno puesto y desde allí empezó una remontada que confirma su poderío. Fue adelantando pilotos y cuando llegó al grupo principal no tuvo sentimientos con Pedro Acosta, que aspiraba a ganar en MotoGP en su tercera carrera.
Lo que pasa es que ahora mismo nadie puede con Batman, que con neumático intermedio se escapó marcando otra vez vueltas rápidas nunca vistas. Lo hizo todo: primero la remontada con adelantamientos perfectos, y después, en la parte final, marcando el ritmo para mostrar que él manda. La hazaña de Mack tapó un poco lo que está haciendo Pedro Acosta, un «rookie» que ya lleva dos podios consecutivos y que todavía está a tiempo de quitarle a Marc el récord de precocidad en ganar una carrera en la categoría reina. Pudo ser en Austin, porque dominaba el murciano cuando llegó el huracán Viñales. El «Tiburón» dijo el sábado que había recibido varias lecciones de los más veteranos y que él lo que hacía era apuntar todas esas cosas para aprender. Y eso es lo que hizo 24 horas después. Salió genial, se puso en cabeza y quiso mover el árbol a ver qué conseguía. No se arrugó en el cuerpo a cuerpo ni con Jorge Martín ni con Márquez, porque entre los tres se repartieron de lo lindo. Marc estuvo a punto de ponerse primero ante Jorge, con el que se tocó y levantó la moto para no irse al suelo. Después el duelo fue con Acosta y cuando había conseguido el «93» ponerse líder se cayó para firmar su segundo cero consecutivo en carreras largas. Estaba al frente en su circuito talismán, donde había ganado siete veces de nueve posibles y tenía aire limpio y espacio libre para dar la razón a los que pensaban que en Austin podía romper era sequía de más de 900 días sin ganar. Cambió un poco la trazada para cerrar puertas y llegó el desastre. Se lamentaba juntando las palmas de las manos y mirando al cielo, pero ha dado otro paso adelante en su adaptación a la Ducati. Se arrastró por el suelo en la mitad de la prueba en el que fue su jardín, así que tendrá que seguir tirando de paciencia.
A Jorge Martín le bajó del podio por primera vez este curso Enea Bastianini, en una lucha con mucho trasfondo, porque los dos se están jugando un lugar en Ducati oficial para 2025. Eran también puntos importantes para un campeonato que lidera el madrileño mientras Bagnaia no encuentra las buenas sensaciones y tendrá que remontar.
