Chad amenaza con romper con Francia para asociarse con las juntas militares del Sahel

Chad amenaza con romper con Francia para asociarse con las juntas militares del Sahel

La Alianza de Estados del Sahel (AES), una organización de Estados formada por Mali, Burkina Faso y Níger en septiembre de 2023, vuelve a amenazar con romper, un poco más, la frágil armonía de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO). Según lo publicado este miércoles en la cuenta de X de la AES, Chad estaría en negociaciones para incorporarse a la organización y “reforzar la defensa y la cooperación con sus Estados miembros”.

Los movimientos diplomáticos de las últimas semanas hacen pensar que realmente será así. El 2 de abril de 2024, una delegación chadiana compuesta por el ministro de Economía, Planificación y Cooperación Internacional, Mahamat Assouyouti Abakar, y la ministra de Aviación Civil y Meteorología Nacional, Fatime Goukouni Weddey, visitó Niamey (Níger) y se reunió con el General Abdourahamane Tchiani, jefe de Estado del país desde el golpe de julio de 2023. Además, Abakar transmitió durante su visita la voluntad del presidente chadiano, Idriss Déby, de aumentar el partenariado con Níger en materia militar y económica.

Al día siguiente, la delegación chadiana se trasladó a Uagadugú (Burkina Faso), donde fueron recibidos por el ministro de Economía, Planificación y Cooperación Internacional burkinés, Mahamat Assouyouti Abakar. Entre otros temas a tratar, el periódico maliense Malijet confirmó que los chadianos solicitaron al capitán Ibrahim Traoré (jefe de Estado burkinés desde el golpe de octubre de 2022), que apoyara la candidatura de Yamena para dirigir la Agencia para la Seguridad de la Navegación Aérea en África y Madagascar (ASECNA).

A continuación, llegó el turno de Bamako (Mali), donde el ministro chadiano de economía y la ministra Fatime Weddey se reunieron con el coronel Assimi Goita, presidente de Mali desde el golpe de agosto de 2021. Tal y como se hizo en las visitas previas, las conversaciones giraron en torno a la cooperación entre Estados y el deseo de reforzar una alianza regional para combatir las cuestiones de seguridad que amenazan al Sahel, con especial mención al yihadismo armado. Un alto funcionario del gobierno de Malí aseguró fuera de lo canales oficiales que el objetivo de la visita de la delegación chadiana era discutir la membresía de Chad en la Alianza del Sahel, una posibilidad que Assimi Goita acogió con agrado, calificándola de “un paso positivo que refleja los esfuerzos del gobierno de Déby para deshacerse de la dependencia francesa y aumentar la protección de las fronteras nacionales”. El mismo funcionario añadió a Malijet que el general Tchiani también aceptó varios días atrás que Chad se una a la Alianza de Estados del Sahel.

Cabe a recordar que los presidentes de Mali, Burkina Faso, Níger y Chad tienen un punto en común: los cuatro accedieron al poder mediante golpes de Estado, tras los cuales aseguraron un periodo de “transición” que concluiría con el retorno democrático de sus respectivas naciones. La presión internacional para acelerar dicho procesos llevó a un aislamiento de las juntas militares de Mali, Níger y Burkina Faso, que optaron en los últimos años y meses por, primero, romper su colaboración militar con Francia; segundo, acudir a Rusia para sustituir la expulsión de los franceses y reorganizar sus capacidades militares con vistas a erradicar a los grupos yihadistas de la región; y tercero, crearon la Alianza de Estados del Sahel para anunciar pocos meses después su salida de la CEDEAO. Esta cadena de sucesos ha derivado en una histórica pérdida de influencia francesa en las que fueron sus excolonias, un auge de la presencia rusa en el flanco sur de la OTAN y una marea panafricana que rechaza las directrices europeas en pro de una independencia que erradique las prácticas neocolonialistas de la región. Países como Rusia, pero también China, Turquía, Emiratos Árabes Unidos e Irán se han visto beneficiados por esta nueva política en detrimento de las naciones europeas.

Si las informaciones facilitadas por la AES fueran ciertas, y Chad se adhiere a la organización, el golpe sería fatal para la diplomacia francesa en suelo africano. Chad era, hasta ahora, el último país saheliano donde todavía quedan tropas francesas estacionadas, pese a que los roces entre los galos y las fuerzas armadas chadianas se llevan repitiendo los últimos meses con dramáticos resultados (fuertes disputas en áreas fronterizas e incluso el asesinato de un soldado chadiano a manos de tropas francesas). La presión ejercida por Europa para que Déby proceda cuanto antes a la restauración de un gobierno democrático, algo que, sobra decir, no entra en los planes de un hombre que heredó el poder de su padre, puede haber influenciado en este giro de posturas en favor de la Alianza de Estados del Sahel.

La gravedad de la situación africana para Europa es inversamente proporcional al interés que muestra la población europea por los acontecimientos que se desarrollan al sur del Sáhara. Tras ciento cincuenta años de colonialismo, más de medio siglo de neocolonialismo y dos siglos de trata de esclavos, Europa pierde a su mayor valedor económico al tratarse de un continente exhausto de materias primas y sin alternativas energéticas fuera de la nuclear y las renovables. Es innegable que la pérdida de influencia de Europa en la arena internacional camina de la mano de la presente expulsión de África, mientras la oleada migratoria que cruza el Mediterráneo no es sino una consecuencia de lo que realmente importa: la incapacidad de la Unión Europea de afianzar sus alianzas africanas sin la ayuda francesa.

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