Con los funcionarios de prisiones

Con los funcionarios de prisiones

Saben mis pacientes lectores que me gusta
alejarme de la actualidad y analizar las cosas cuando procede. Pues
bien, seguramente serán ustedes conocedores de lo sucedido con los
funcionarios de prisiones a raíz del asesinato de una señora que
prestaba servicios en la cocina de una prisión catalana en manos de
un interno.
Verán, hace algo más de dos años me llamó
un funcionario de prisiones para contarme que habían montado una
asociación, con la finalidad de defenderse de las arbitrariedades de
la Administración y las acusaciones por parte de internos.

La historia se parecía a lo que sucede con los
Mossos dEsquadra. Los políticos llevados del rollo del falso
progresismo, lejos de apoyar a los funcionarios, tienden a creerse a
los que están bajo su custodia y les acusan muchas veces
interesadamente.

La cuestión es sencilla de explicar: quienes
detienen a los delincuentes son los policías, quienes los custodian
los funcionarios de prisiones. Son estos dos colectivos los que
tienen contacto directo con ellos, no los políticos que por
intereses propios viven de cara a la galería y a veces utilizan a
las propias unidades de asuntos internos o a responsables
administrativos, para hacer ver ante la opinión pública lo malos
que son los mossos o los funcionarios de prisiones, y como son ellos
quienes velan por los derechos de todo el mundo.

Por si esto fuera poco, hay organizaciones
teóricamente dedicadas a la defensa de los derechos humanos,
debidamente subvencionadas, cuya actividad principal consiste en
acusar a funcionarios y policías. Tienen contactos en prisiones,
manejan muy bien las redes sociales y al más mínimo teórico
incidente, contactan y acusan a los defensores del orden público o
de los centros penitenciarios.

Luego, abogados, jueces y fiscales que no
tenemos contacto directo con los delincuentes ni en la calle, ni en
prisiones, contribuimos a decidir si se envía a prisión o se trunca
la vida profesional de aquel que defiende a la sociedad.

No me quejo de eso. Me quejo de que muchas
veces no se tiene en cuenta lo que es enfrentarse cara a cara con
quien no tiene reglas, teniéndolas tú, que no se tiene en cuenta
que no es fácil decidir en décimas de segundo cómo reaccionamos
ante un sujeto que nadie sabe lo que está dispuesto a hacer. Si
abogados, jueces y fiscales muchas veces nos sentimos olvidados por
aquellos que nos representan y dejados de la mano de Dios por las
instituciones, eso no es nada comparado a tener a tus propios
políticos como claros, concretos y evidentes enemigos y a compañeros
dispuestos a servirles a ellos aunque sea jorobándote a ti.

No lo negaré. Soy parcial, pero no miento.
Sigo en pie defendiendo a los que nos defienden. Es parte de mi
trabajo voluntariamente aceptado.

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