Cuarto día: El sanchismo confirma su incoherencia

Cuarto día: El sanchismo confirma su incoherencia

El caudillo populista sigue encerrado en su castillo meditando su futuro. Creo que a estas alturas nadie se puede sentir ofendido por utilizar los términos caudillo y populista, porque los ha confirmado con su decisión de anunciar que se tomaba unos días para reflexionar sobre si sigue o no como presidente del Gobierno. En primer lugar, caudillo es sinónimo de jefe, líder y adalid. Es el jefe absoluto del PSOE, donde nadie le lleva la contraria. Ha triunfado el pensamiento único. Por otra parte, lidera una tendencia que pretende atraerse a las clases populares. No lo consigue, ya que perdió las elecciones, pero lo intenta. El sanchismo, aunque le moleste, es, precisamente, un socialismo radical y personalista sustentado en el frentismo, el guerracivilismo y, ahora, en el victimismo. El ejercicio del poder le ha permitido tejer un conjunto de lealtades ciegas y una poderosa red clientelar que está a su servicio. Es un caso único desde la Transición, porque ningún presidente ha tenido un poder tan enorme y un control sobre su partido tan férreo. Nadie sabe si seguirá o renunciará, pero ha montado un follón monumental, así como un acoso insólito contra los medios de comunicación que no le apoyan y la independencia del Poder Judicial.

La izquierda política y mediática se ha movilizado para conseguir su continuidad. En el terreno partidista me centraré en la imagen de la vicepresidenta Montero vociferando como si fuera una hooligan británica y el ministro Puente diciendo que «Sánchez es el puto amo». No les importan las mentiras, el uso de las cloacas contra Ayuso y Feijóo o el daño que hacen a las instituciones, porque se trata de movilizar a las jaurías contra la oposición. No hay más que ver a las televisiones, las radios y los periódicos afines haciendo apología de Sánchez y su mujer mientras denigran a los que no se suman a este aquelarre. Es como una mala película de serie B donde hay unos buenos, que son los sanchistas y sus aliados, y unos malos, que son los jueces, los periodistas y los políticos que no se someten al vasallaje de La Moncloa. En el caso de que continúe no podrá doblegar la Justicia, amordazar a la Prensa e impedir que la oposición haga su labor.

Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).

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