Dos escenarios diferentes

Dos escenarios diferentes

Dos escenarios conectados, aunque diferenciados, se están desarrollando en Oriente Medio ante nuestra preocupada atención. Uno comenzó en Gaza el pasado 7 de octubre con la salvaje agresión de Hamás y la correspondiente reacción del gobierno del Sr. Netanyahu de la que no se logra identificar qué objetivo final específico persigue más allá de la venganza ciega. El segundo escenario, el que enfrenta Israel con Irán, pero esta vez sin intermediarios ni subterfugios o acciones violentas encubiertas como venía siendo tradicional, está agravándose paso a paso. Sus consecuencias potenciales son tan grandes, que pueden llegar a involucrar a la mayoría del mundo occidental así como a los musulmanes del Oriente Medio.

El enfrentamiento en Gaza no tiene solución militar si como antecedentes utilizamos la historia de los últimos conflictos entre un ejército regular y un grupo de activistas que empleando técnicas terroristas se escuda en el seno de una sociedad más o menos comprensiva con su ideología. Los franceses en Argelia y los norteamericanos en Vietnam, Afganistán e Irak pueden –entre otros muchos más– confirmar esto. Estas guerras solo paran cuando los bandos combatientes y sus eventuales poderosos padrinos alcanzan un equilibrio político, lo que suele exigir dolorosas cesiones de los objetivos iniciales de ambas partes. En Gaza, Israel podrá eliminar numerosos terroristas de Hamás pero lo que nunca logrará es evitar que sus hijos sigan el día de mañana con idénticas tácticas. Las balas no matan ideologías y la sangre de los «mártires» sirve para fertilizar los futuros campos de odio. Mientras las direcciones de Israel y Hamás no asuman que se enfrentan a un futuro de sufrimiento indefinido, no parará esta carnicería. Además, el Sr. Netanyahu debe comprender que el impedir que la ayuda humanitaria llegue a la población palestina de Gaza le esta enajenando la opinión mundial favorable que necesita para presentar a Israel como una pequeña nación libre que lucha por sobrevivir.

Pasemos ahora al segundo escenario, el que viene enfrentando al Irán de los ayatolás con Israel desde mucho antes que empezara la actual crisis de Gaza. Los lideres eclesiásticos iranís han encontrado en el Estado judío el conveniente chivo expiatorio con que disimular los rigores dogmáticos con que oprimen a su propia población empezando por las mujeres. Así mismo, el odio hacia los EEUU –que vienen arrastrando desde los tiempos del Sha– ha encontrado en el pequeño Satán israelí un enemigo más a su alcance que los poderosos americanos que por otra parte tan comprensivos se muestran con los aborrecidos vecinos árabes suníes. Al abrazar la causa palestina, los sucesivos gobiernos iranís intentan encontrar y liderar una causa común musulmana que disimule la profunda animadversión que persas chiís y los árabes sunitas sienten recíprocamente. Adicionalmente tratan así de obtener rendimiento de la mala imagen que los EEUU tienen en todo Oriente Medio tras el grave patinazo de la invasión de Irak para derribar a Sadam Husein.

El largo enfrentamiento Israel-Irán ha venido desarrollándose hasta ahora siguiendo unas pautas fijas: los primeros cometían asesinatos selectivos de cuadros de mandos y científicos junto a atentados contra las instalaciones nucleares iranís utilizando medios encubiertos y ataques de aviación desde el espacio aéreo de Siria, Irak y Líbano. Simultáneamente, las fuerzas del Eje de Resistencia –que no los efectivos militares o Guardias revolucionarios iranís– llevaban a cabo ataques en suelo israelí. Recientemente estas reglas han empezado a cambiar rápidamente tras el ataque contra la Embajada iraní en Damasco para eliminar varios altos cargos que participaban en una reunión de planeamiento considerando probablemente que estaban protegidos por la extra territorialidad de la instalación. La correspondiente represalia iraní que siguió con el ataque masivo del pasado sábado 13 con drones y misiles contra bases y ciudades israelís confirma el abandono de las reglas anteriores. Este nuevo escenario de enfrentamiento sí que puede tener consecuencias militares estratégicas mucho más graves que el anterior de Gaza como por ejemplo, alinear fuerzas aeronavales norteamericanas con las acciones cinéticas de Israel a la vez que algunos gobiernos árabes toman decisiones directas de apoyo. Las posibilidades de que se produzca una alianza militar de facto occidental con los gobiernos árabes sunitas contra las agresiones iranís aumentarán considerablemente a no ser que Netanyahu y sus socios de gobierno sobreactúen tanto en el primer escenario de Gaza como en el propio territorio iraní. Sobre este conflicto cuelga la espada de Damocles del tiempo disponible hasta que Irán cuente con armas nucleares, lo que alteraría sustancialmente la situación. Es altamente probable que Israel reaccione significativamente cuando cuente con Inteligencia fehaciente sobre la fecha en que los ayatolás conseguirán contar con armas nucleares.

Las raíces que alimentan este segundo escenario –básicamente los EEUU contra Irán– creo que son más profundas que las que han causado la tragedia de Palestina. Los torrentes de animadversión que recorren históricamente el Oriente Medio corren el peligro de desbordarse e inundarnos a todos. Convendría estudiar bien sus orígenes para tratar de contener la riada antes de que se produzca y nos arrastre a todos.

Ángel Tafalla Balduz. Académico correspondiente de la Real de Ciencias Morales y Políticas y Almirante (r).

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