«Puan» o la plata

«Puan» o la plata

La película argentina Puan, escrita y dirigida por María Alché y Benjamín Naishtat, es divertida, y a la vez ilustra la pereza del pensamiento único.

Hay excelentes actores, entre los que destacan Marcelo Suibkiotto, Leonardo Sbaraglia y Julieta Zyberberg. Y la historia es la de una disputa en torno a una cátedra en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires, y a los habituales problemas financieros del Estado argentino, que cíclicamente cae en bloqueos presupuestarios.

En ese contexto, y más allá de los diálogos filosóficos, algunos con interés, el sustrato ideológico consiste básicamente en tópicos, desde los ricos malos, tontos y frívolos, hasta la reacción de los profesores y los alumnos –de filosofía, nada menos–, que cuando la Facultad está corta de fondos, no se les ocurre otra cosa, hablando de cortar, que cortar la calle Puan, donde está la Facultad. Y hablar del pueblo, como si el pueblo contribuyente forzado a pagar, e impedido de circular, no importara.

Aún peor es el guiso doctrinal de los directores, que se preguntan, dramáticamente: «¿hay acaso una posibilidad de poder y de genuina libertad en la revisión del olvidado pensamiento americanista? ¿hacia dónde puede ir este país aún en un lento proceso de descolonización?». El pensamiento, habrá que recordarlo, no es americanista ni hinduísta, sino profundo o superficial. No hay mayor muestra de inanidad que el victimismo, tan característico de los progres de toda condición y localización, como si la Argentina de hace un siglo, que tenía mucho más cerca la malvada «colonización», no hubiese sido un país libre y próspero.

En España los progresistas han puesto el grito en el cielo precisamente por la Universidad de Buenos Aires y «el recorte de fondos que está ejecutando el Gobierno del ultra Javier Milei», como tituló El País. Nótese que la película es de 2023, anterior a la presidencia del «ultra».

Pero tanto el filme como el clamor anti Milei ignoran los costes y quienes los afrontan: los ciudadanos, que en la economía formal argentina padecen una muy elevada presión fiscal. La UBA puede tener 350.000 alumnos, pero los tiene porque el pueblo, no los estudiantes, la financian. Igual los intelectuales, tan listos ellos, entienden que es al coste soportado por los trabajadores y los empresarios a lo que se refiere Milei con esas tres palabritas que se han hecho célebres: «no hay plata».

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