Hubo una escena en el primer tiempo del Manchester City-Real Madrid del año pasado, la vuelta de la semifinal de la Champions, que resumió la magnitud del naufragio (4-0). Vinicius está parado en la banda y Guardiola se le acerca por la espalda y le dice: “¿Jugáis?”. El brasileño sonríe, se gira y le choca la mano: “Ahora jugamos”. El técnico sigue bromeando: “¿Seguro?”. El dominio de su equipo estaba resultando asfixiante, pero Vinicius parecía confiado en que el chaparrón pasaría: “Un poco… y ya está”. Pero no pasó.