El día en que Tom Jones rugió por primera vez en Valencia

El día en que Tom Jones rugió por primera vez en Valencia

«Más lento en mis andares, más descuidado en mi vestir, más sabio y más viejo», así se presenta Sir Tom Jones últimamente en los escenarios de medio mundo a los que sigue subiendo a sus 83 años con su porte más sobrio pero implacable y feroz como en sus mejores años. Ahora que se anuncia su regreso a Valencia para el 23 de junio en la Plaza de Toros, nos viene a la memoria aquella primera vez en la que el «Tigre de Gales» tuvo conocimiento de que en la ciudad de Torrent, cerca de Valencia, había una sala de baile en la que cabían más de 5.000 personas y que iba a cantar allí en su primera gira por España. Su nombre era La Sala Bony, por Bonnie & Clide, película de 1968 que mitificaba a la pareja de atracadores, que en el cine interpretaban Faye Dunaway y Warren Beaty bajo la dirección de Arthur Penn.

Fue el domingo 28 de abril de 1975 de aquella España en blanco y negro que estaba a pocos meses de asistir a la agonía y muerte de su jefe de Estado de los últimos cuarenta años, Francisco Franco.

La Bony, junto a la sala Dandy, mantenían ambas en Torrent una guerra feroz de competencia por ver cual de las dos se llevaba a los mejores artistas nacionales e internacionales.

Esa disputa entre ambas discotecas favorecía a los artistas, que encarecían sus precios y al público, que tenía la oportunidad de ver actuar a cantantes tan importantes como inaccesibles de no ser por la guerra indisimulada entre ambas empresas.

Y así llegó un día en el que, Vicente Moya, Suco, popular promotor, manager y cantante con Los Escorpiones, se enteró de que Tom Jones estaba dispuesto a venir a cantar a España y que Valencia podía estar en la ruta de conciertos, que por entonces se llamaban galas.

Suco se lo ofreció a Fernando Ferrer, empresario de la sala Bony y tras hacer números, él y sus hermanos socios del negocio dominguero, decidieron dar el paso y contratar a una de las más grandes estrellas mundiales del espectáculo.

En 1975, Tom Jones no estaba en su mejor momento. Sus mayores éxitos, «It’s not Unusual» (1965); «Thunderball», banda sonora de la película «Operación Trueno», de James Bond 007 (1965); «Green, Green Grass of Home» (1967) o la mítica «Delilah» de 1968 quedaban algo lejanas, pero no cabe duda de que anunciar a un artista de su talla representaba todo un acontecimiento de primer orden.

Suco fue el autor intelectual de aquel slogan que hizo historia de «¿Donde va la gente? Al Bony de Torrente» y conocía bien al público, porque además, fue el último manager de Nino Bravo, el que tuvo que sufrir la pesadilla de reconocer el cadáver del cantante valenciano y organizar su traslado y entierro tras el accidente de carretera, también en un mes de abril de dos años antes, en 1973.

Tom Jones cobró sobre dos millones de pesetas del año 75, un dineral muy por encima de lo que cobraba cualquier cantante nacional y las entradas se vendieron a 250 pesetas. Aunque el Bony se llenó, las cuentas no salían, pero para la discoteca representaba un golpe de efecto y de prestigio enorme al llevarse el tigre al agua evitando que lo presentara su competencia.

Llegado el día, el galés no se dejó ver por la ciudad. Llegó con el tiempo justo, acompañado de su hijo Mark Woorward por entonces de 18 años y el único hijo legítimo de su matrimonio con Melinda Trenchard, su esposa durante 59 años hasta que falleció de cáncer en 2016. Melinda siempre supo de las infidelidades de su marido pero miró para otro lado, como tantas otras «esposas de».

Mark hacía el papel de malo. Su padre era todo sonrisas, y felicidad. Decía que sí a todo en inglés, pero el heredero se encargaba más tarde de echar los jarros de agua fría a las solicitudes de entrevistas, fotos y saludos en los camerinos. Me cuentan que la viuda de Nino Bravo, María Amparo, junto a la esposa de Suco, Rosa Mari y el alcalde de Torrent, que vieron el show desde un palco pegado al escenario, tuvieron la suerte de saludarle tras el espectáculo. Verdad o no, lo cierto es que mucha gente se quedó con las ganas de salir con un autógrafo o hacerse una foto con la estrella británica.

El espectáculo lo comenzó el trío vocal norteamericano, The Bloossoms, especialista en hacer coros a Frank Sinatra o Elvis Presley además de su dilatada carrera propia y una orquesta de treinta músicos. Nunca se había visto nada igual y eso que aquí, los paradores falleros trajeron a rutilantes estrellas internacionales desde Marlene Dietrich a Francoise Hardy o Matt Monroe y Edith Piaff unos años antes.

El espectáculo, según testigos fue vibrante y emocionante. Una explosión de rhythm and blues, góspel y rock n’roll en el que Tom manejaba la portentosa voz a su antojo, cosa que sigue haciendo, con mucha más experiencia, carisma y un repertorio demoledor.

Según afirma él mismo, «mi voz sigue siendo tan fuerte como siempre, aunque es cierto que a medida que uno envejece se vuelve más baja, por lo que he pasado de tenor a barítono, pero mis tonos más bajos son mucho más ricos de lo que eran. ¿El secreto?, me cuido mucho, bebo mucha agua y me aseguro dormir ocho horas diarias». Tom Jones está cerca de demostrar, casi 50 años después, que hasta el rabo, todo es tigre.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *