Ha sido un momento delicadamente planificado, para remontar semanas de inestabilidad y crisis en la imagen pública de la monarquía británica. Carlos III, aquejado de cáncer y todavía bajo tratamiento, ha acudido este Domingo de Pascua a la capilla de San Jorge, en el recinto del castillo de Windsor, para participar en el tradicional servicio religioso. Era la primera vez en mucho tiempo que el rey participaba de modo presencial en un acto público, aunque el flujo de fotos, vídeos o audios grabados que el palacio de Buckingham ha distribuido desde que se anunció la enfermedad, a principios de febrero, ha sido constante, con el propósito de dejar claro que el monarca no había abandonado el despacho diario de los asuntos de Estado.