El trasfondo moral de unos comicios claves

El trasfondo moral de unos comicios claves

La campaña vasca ha arrancado con especulaciones sobre el impacto del veredicto de los electores no solo en el futuro de las tres provincias, sino en el porvenir de la legislatura en el Estado. Tal vez sea exagerado, entendemos que lo es, sentenciar que Pedro Sánchez se la juega en función de quién ocupe Ajuria Enea, pero no lo es vaticinar que la mayoría parlamentaria de Moncloa puede sumirse en una turbulencia diaria. Para Sánchez, el escenario ideal sería la renovación del gobierno de coalición con el PNV de Pradales y Ortuzar, con Bildu en la oposición, o lo que es igual el statu quo vigente, con los legatarios de la banda terrorista como socios preferentes en Madrid. Pero esa ecuación no está cerrada y la posibilidad de una victoria de la lista del títere de Otegi está cerca. Los del hacha y la serpiente medran en el desgaste de una gestión mediocre del partido de Sabino Arana, con un declive acentuado en el bienestar, la prosperidad, la calidad de los servicios públicos, especialmente la Sanidad, en el territorio, y sobre todo se benefician de su ominoso blanqueamiento, convertidos en héroes de paz y referentes en el respeto al estado de derecho, perpetrado por el sanchismo con su todopoderosa maquinaria de propaganda. El presidente, tan preocupado por agitar los fantasmas de Franco y los muertos de la Guerra Civil, con los que espera votos por la extrema izquierda huérfana de Podemos y Sumar, ha promovido el lavado de imagen para «amnistiar» socialmente a los asesinos de cientos de españoles en otra de las mayores villanías que se recuerdan. El triunfo de EH Bildu convulsionaría los equilibrios con derivadas poco favorables a la consistencia parlamentaria del Gobierno, entre ellas el apoyo a un lendakari batasuno, la fórmula Pamplona, y las réplicas de un PNV fuera del poder, sin descartar una alianza soberanista. En todo caso, Sánchez hará lo que le convenga a Sánchez y su falta de escrúpulos hace pensar que todos los futuros son posibles, siempre que la Moncloa se encuentre a salvo. Nos parece una necesidad apelar a que la clave partidaria no minimice ni arrumbe el trasfondo moral de los comicios en ese rincón de España maltratado por el terrorismo, y reseñar cómo de relevante resulta su incidencia en las urnas. Hablar de unas elecciones adulteradas es ajustado con un censo desvirtuado por el borrado obligado de las decenas de miles de vascos que conformaron la diáspora provocada por la dictadura del terror de ETA y el clima social y político colaboracionista y asfixiante para los señalados, perseguidos, amenazados y violentados. La fotografía del País Vasco es parcial y sesgada y el nacionalismo, gran beneficiado del éxodo, en sintonía con el socialismo, ha hecho lo posible para que así sea. En ese orden ético, que las víctimas del terrorismo, la memoria, la dignidad y la justicia, solo estén presentes en el discurso del PP, y cancelados en los del resto, demuestra que la patología moral de una parte de la sociedad y de su clase dirigente sigue cronificada.

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