Emil Ferris se muda. Detrás de ella, en la pantalla a través de la cual tiene lugar la entrevista, hay decenas de cajas y algún peluche en el despacho de su casa de Chicago. Bueno, en las afueras de Chicago. Aunque no demasiado a las afueras. “Si lanzas una pelota de béisbol, llegará a la ciudad”, se ríe la autora de cómic (Chicago, 62 años).