«Es más probable que se originase la covid en un laboratorio»

«Es más probable que se originase la covid en un laboratorio»

Es la afirmación de un equipo de científicos que señalan que el virus responsable de la pandemia de covid no sería de origen natural. Hablamos con ellos y también con expertos que señalan dudas sobre los resultados.

Desde el inicio de la pandemia, uno de los elementos más polémicos ha sido el origen del coronavirus 2 (SARS-CoV-2): ¿Se originó en un animal y pasó a humanos? ¿Fue desarrollado en un laboratorio y hubo un problema de seguridad? ¿Qué ocurrió en realidad? La respuesta es importante en ambos casos.

Si fue un caso de transferencia zoonótica nos permite detectar la fuente y crear barreras para evitar futuras pandemias. En cambio, si su origen es sintético y se encuentra en un laboratorio habrá que analizar los problemas de seguridad que lo provocaron e implementar medidas de protección más eficientes.

La mayoría de los estudios realizados hasta la fecha se han centrado en un origen zoonótico (proveniente de un animal) pero faltan pruebas definitivas, como la que aportaría un huésped animal intermediario. Es decir, no se ha determinado con certeza el animal fuente del virus.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) realizó dos investigaciones sobre el origen y publicó un informe en marzo de 2020 y otro un año después. En ambos casos la conclusión es que existen cuatro posibles orígenes: «introducción zoonótica, algo que fue graduado de un evento posible a probable, a través de un huésped intermediario (probable a muy probable), a través de los productos de la cadena de frío (posible) y un incidente de laboratorio (extremadamente improbable)».

En pocas palabras, la OMS estimaba, en los dos estudios, que tanto el origen zoonótico como el que lo situaría en un laboratorio eran muy poco factibles.

Para intentar responder definitivamente a esta pregunta, un equipo de científicos de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia), liderados por Xin Chen y Raina MacIntyre, utilizó una herramienta de análisis de riesgos para diferenciar epidemias naturales y no naturales: la versión modificada de Grunow- Finke (mGFT).

Esta herramienta utiliza 11 criterios que permiten evaluar una probabilidad de origen natural o no natural. Para ello, el equipo de Chen y MacIntyre usó estudios previos como fuente de evaluación y los resultados, publicados en «Risk Analysis», señalan que hay un 68% de probabilidad de que se trate de un virus no natural. «Esta evaluación de riesgos – señala el estudio– no puede probar el origen del SARS-CoV-2, pero la puntuación obtenida indica una mayor probabilidad de un origen no natural (en laboratorio) que natural».

Para comprender mejor los resultados del estudio hemos hablado con MacIntyre. El primer detalle importante era tener claro el grado de confiabilidad del método utilizado para llegar a esta conclusión.

«Existen herramientas establecidas para analizar los orígenes de las epidemias (utilizadas en contextos militares), pero pocas personas en salud pública o virología las conocen –explica MacIntyre a LA RAZÓN por correo electrónico–. La herramienta de Grunow-Finke sigue siendo la más utilizada. El GFT se prueba, se entrena y se cita en libros de texto de medicina militar, incluso en EE UU existe cierto grado de subjetividad al evaluar los criterios, pero las probabilidades generales que proporciona son razonablemente confiables».

Difícil diferenciar el origen

Una de las grandes dificultades a la hora de determinar el origen del patógeno responsable de la covid es que los virus diseñados genéticamente son muy difíciles de detectar. «No existe ninguna herramienta técnica que permita identificar de forma inequívoca un virus sintético de uno natural –nos confirma en conversación telefónica Patricia Pérez-Ramírez, investigadora en virus y vacunas del Centro Nacional de Biotecnología–. Es verdad que muchos organismos modificados genéticamente en un laboratorio, por ejemplo, los virus, tienen incorporadas secuencias artificiales que permiten diferenciarlos de aquellos en la naturaleza. Pero pueden existir virus que solo tengan incorporadas secuencias que existen en la naturaleza, por lo que no es posible distinguirlos»

Pese a ello, MacIntyre señala que «una preimpresión de 2022 sugirió que, basándose en los sitios de reconocimiento de endonucleasas de restricción, el SARS-COV-2 podría haberse creado utilizando genética inversa, pero nadie vio esta posibilidad en los dos años anteriores. Los detalles de la propuesta «Defuse» para crear virus diseñados similares al SARS, que se descubrieron más tarde, mostraron una intención de utilizar genética inversa muy similar a la descrita en la preimpresión de 2022». Pese a esta afirmación, hay que aclarar que una preimpresión, como la mencionada por MacIntyre, no constituye un estudio científico que haya sido revisado por pares.

Por otro lado, está el alto porcentaje que arroja el estudio: un 68% es una cifra alta … ¿O no tanto? Adrián Lázaro Frías, doctor en Biología Molecular, destaca que «el método utilizado es una herramienta con un punto de partida segado y subjetivo. El estudio, en el apartado de Metodología, señala que dos investigadores –supuestamente independientes, pero no describen qué criterios utilizan para seleccionarlos– puntúan 11 criterios que componen el total, y otros dos lo revisan. Pero el punto de partida es subjetivo, ¿Solo dos investigadores? De hecho, hay un estudio, también publicado en «Risk Analysis» que utiliza la misma metodología y reconoce que es una herramienta subjetiva».

Otro detalle: lo que a nuestros ojos es una probabilidad alta, como más de dos tercios, no es algo tan significativo. «Realmente no es una probabilidad alta – añade Pérez-Ramírez–. Tampoco en el estudio hablan de la fortaleza de los datos utilizados, es decir cuán probable es que sean ciertos. Es una valoración que, si bien es objetiva, también es arbitraria, ya que son personas las que les dan los puntos, no son datos medibles mediante un experimento o una técnica. Además, lo realizan dos investigadores, lo cual es un número bastante bajo. Al aumentar el número de investigadores esto cambiaría y resultaría en un experimento más robusto. En este artículo lo más importante es la respuesta de organismos, como la OMS que desmientan o clarifiquen ciertas cosas»

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