Los cañones de la primavera y el gran maratón electoral

Los cañones de la primavera y el gran maratón electoral

Barbara W. Tuchman (1912-1989), historiadora, escribe en las últimas líneas de «Los cañones de agosto» que «las naciones cayeron en una trampa, una trampa elaborada durante los primeros treinta días de unas batallas que no fueron decisivas, una trampa de la que no había –y no ha habido– escapatoria posible». La obra, una de las más famosas y aclamadas sobre la Primera Guerra Mundial se publicó por primera vez en 1962 y el presidente John F. Kennedy (1917-1963) lo tuvo como libro de cabecera durante la crisis de los misiles EEUU-Rusia, que fue el momento en el que el mundo estuvo más cerca de una guerra nuclear. El presidente americano, además, regaló un ejemplar al primer ministro británico de entonces, el conservador Harold Macmillan y le comentó que «los dirigentes mundiales deben evitar de un modo u otro los errores que condujeron al estallido de la Primera Guerra Mundial». Lo cuenta el historiador Robert K. Massie (1929-2019) en el prefacio que escribió para la reedición en 1994 del libro de Tuchman, cuando ya era una obra clásica sobre la Primera Guerra Mundial.

Kennedy y Nikita Kruschov (1894-1971), entonces líder de la Unión Soviética, evitaron la catástrofe en 1962. Sesenta y dos años después, la situación en Oriente Medio, con el ataque de Irán a Israel, sin olvidar la guerra de Putin, vuelven a colocar al mundo al borde del precipicio, con el agravante de la proliferación de armas nucleares y que alguien puede tener la tentación de utilizarlas. Los mercados, que suelen ser un buen termómetro, han reaccionado con calma al ataque iraní, repelido por Israel. Por ahora, los expertos geopolíticos creen que nadie pretende ir más allá. No obstante, el problema, como explicó Tuchman que ocurrió en 1914, es que alguien caiga en una trampa de la que no haya escapatoria. Los cañones de la primavera. Y podría ocurrir, sobre todo si están por medio los ayatolás y el fanatismo islámico, que fue quien inició todo con el ataque de Hamás a Israel. Los israelíes han podido cometer algún exceso, pero Hamás encendió la mecha. Ahora hay tensión y dos bandos y España debe estar en el Occidental, por muy tibia que sea la condena de Sánchez al ataque de Irán y que muchos de sus ministros rechacen hacerlo. El maratón electoral –País Vasco, Cataluña y europeas–, con perspectivas inciertas para los partidos del Gobierno, lo complica, pero eso no justifica elegir el bando equivocado y aún menos facilitar el coqueteo con «una trampa sin escapatoria» como decía, en un libro que hay que leer, Tuchman.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *