Los palomares más impresionantes y mejor conservados para cobijar a las aves

Los palomares más impresionantes y mejor conservados para cobijar a las aves

La cría de palomas es ancestral. Se tiene constancia de ella en la época del Imperio Romano y muchos años antes de Cristo. Roma desarrolló la cría de palomas, como una actividad complementaria de la agricultura. La carne de pichón era un producto alimenticio más y las palomas se criaban para la mensajería, sobre todo en las campañas bélicas, e incluso para fines litúrgicos o rituales.

De hecho, en la Edad Media poseer un palomar era un símbolo de privilegio. De hecho, estaban legislados por la Ley de Protección de los Palomares que fue aprobada en las Cortes en el año 1465.

Los Palomares son una de las construcciones típicas y tradicionales de Castilla y León, como son los hórreos en Asturias, las barracas en Valencia, las masías en la región de Cataluña o los molinos de viento manchegos, además de una de las joyas patrimoniales de que dispone esta Comunidad, ejemplos de arquitectura vernácula.

El nombre de esta construcción se deriva de la palabra “palomar”, que se refiere a un lugar en el que se crían y se cuidan palomas. En Castilla, el palomero se dedicaba a mantener y explotar el palomar y la venta de palomina suponía un dinero añadido a su economía. Y es que además del aporte alimenticio, los palominos suponían un importante aportación económica extra a la tan menguada economía familiar de los sufridos labriegos.

Con la industrialización y el éxodo masivo de los pueblos a las ciudades, los palomares se fueron abandonando y descuidando y los palomeros se convirtieron en especie en extinción. Pero ahora, en el actual siglo XXI, muchos de estos edificios se han recuperado y se han convertido en foco de atracción turística además de modelo e inspiración artística y cultural de poetas, novelistas y pintores.

Son importantes, sobre todo, en la denominada Tierra de Campos, que abarca las provincias de Valladolid, Palencia, Zamora y León, que han pasado de ser el sustento y alimento de las familias, por la cría del pichón y la venta de la palomina -el mejor abono par los campos, según dicen-, a un atractivo turístico que muchos municipios y diputaciones están intentando aprovechar para dinamizar las economías locales y ayudar a fijar población, debido a la belleza y singularidad de estos edificios, de los cuales muchos están en ruinas y en desuso. Si bien, otros muchos se han recuperado y se mantienen en pie con dignidad para seguir realizando su misión y embellecer los llanos campos de Castilla principalmente.

Decidir el enclave donde se iba a colocar era lo primero que se hacía a la hora de construir un palomar. Tal es así que se pueden encontrar estas construcciones tanto dentro como fuera de los pueblos, pero siempre buscando la luz del sol para ayudar al buen crecimiento de las crías de las palomas, que es lo que tienen en común todas estas construcciones. También se buscan zonas que sean llanas y sin apenas árboles.

Los palomares están construidos en piedra, adobe e incluso en madera y se caracterizan por su sencillez y austeridas, sin ornamentos de ningún tipo, aunque es verdad también que en algunos casos se le ha dado protagonismo también al dibujo en los guardavientos.

Los hay de forma cuadrada, hexagonal, circular o rectangular, y en cuanto a la altura les hay de hasta ocho metros y con patio.

¿Y por qué los redondos o con forma esférica son los preferidos? Pues según cuentan los que saben, porque de esta forma se lograba entorpecer la entrada de ratas y ratones al palomar.

Los palomares, decíamos antes, tienen especial protagonismo en la Tierra de Campos vallisoletana, zamorana, palentina y leonesa. En la provincia de Valladolid, por ejemploo, se puede conocer y aprender todo sobre estas construcciones y la cría del pichón en el Centro de la Naturaleza de Matallana, que gestiona la Diputación de Valladolid. Un espacio que se ha convertido en aula de interpretación y que supone un primer y gran acercamiento real a esta arquitectura tradicional.

Estos son algunos pueblos con ejemplos de palomares que se pueden visitar además de contemplar su belleza:

Medina de Rioseco, Palazuelo de Vedija, Villamuriel de Campos, Villafrechós y Barcial de la Loma, Roales de Campos, con un singular palomar hexagonal, Valdunquillo y Villavicencio de los Caballeros, en el regreso a tierras vallisoletanas por Bolaños de Campos, se observan algunos ejemplos de planta rectangular con un patio interior.

La ruta prosigue junto a la carretera N-601 en localidades como Becilla de Valderaduey, Villacid de Campos y Mayorga, donde el visitante puede disfrutar de un palomar urbano Melgar de Abajo y de Arriba, Herrín de Campos, con sus palomares de planta circular con patio interior y adornos en el tejado, Santervás de Campos, Villacarralón, Fontihoyuelo y Villalón de Campos, Cuenca de Campos, Tamariz de Campos, junto al Canal de Castilla.

En Zamora, destacan los palomares del municipio de Villaveza del Agua, situado a unos quince kilómetros de Benavente. En el municipio de Castroverde de Campos existe el Centro de Documentación Transnacional de los Palomares con una exposición permanente de los distintos tipos de construcciones del artista vallisoletano Andrés Coello. Uno de los pueblos zamoranos de Tierra de Campos en los que se encuentran más palomares es Villarrín de Campos, la mayoría circulares mientras que en Villafáfila y Villalba de la Lampreana abundan los de planta de forma cuadrada.

En Palencia están localizados alrededor de un millar de palomares, y existe la denominada como Ruta del Oeste está conformada por los pueblos de Villamartín de Campos, Pedraza de Campos, Torremormojón, Capillas, Guaza de Campos y Frechilla. Un recorrido de 50 kilómetros por la provincia que recoge siete conjuntos de palomares y un total de 69 construcciones de diversas tipologías.

La Ruta del Este está conformada por los pueblos de Támara de Campos, Santoyo y Astudillo. Un recorrido de 10 km entre las tres localidades que recoge varios conjuntos de palomares y un total de 51 de estas construcciones de diversas tipologías. En Santoyo el visitante puede encontrar palomares circulares, cuadrados, rectangulares (formas muy comunes), triangulares (muy raros), pero sobre todo encontramos un palomar único en cuanto a su forma que podríamos definir como lobulado, ya que se trata de un palomar circular con cubos o torreones cilíndricos adosados. Este municipio, además, cuenta con un Centro Temático del Palomar

En Astudillo, hay dos grandes conjuntos, al este y al oeste entorno al casco urbano, y una pequeña agrupación en la carretera de Santoyo, que suman 15 palomares. La mayoría son poligonales, destacando que en vez de seguir un patrón tienen formas singulares: imitando un castillo almenado, cuadrados adosados con patio y el más pequeño con cresterías decorativas.

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