No es la democracia lo que está en peligro

No es la democracia lo que está en peligro

El desasosiego descarnado que embarga a la mayoría de los dirigentes socialistas y a una militancia radicalizada que, al parecer, ha descubierto en su secretario general a un líder mesiánico, en la retórica más ortodoxa del caudillismo, puede explicar algunos excesos declarativos e, incluso, la sobreactuación partidista de quienes, como miembros del Gobierno, están llamados a gestionar los intereses de todos los españoles, pero en ningún caso se justifica una dialéctica que sitúa a más de media España, la que no ha votado a Pedro Sánchez, fuera de los parámetros de la democracia y excluida del debate público.

En realidad, esas apelaciones a salvar la democracia presuntamente puesta en peligro por una derecha «que no podemos tolerar», en gráfica expresión del barón socialista vasco Eneko Andueza, revelan los rasgos de sentimentalidad pueril en que ha caído la política de la izquierda y que tuvo ayer su más prístina expresión en la reunión de un Comité Federal del PSOE al que su secretario general ni siquiera se dignó a enviar un saludo, un acuse de recibo o unas palabras de aliento.

Si ya es un hecho insólito en la historia democrática española que un presidente de gobierno en ejercicio ponga en «pausa» la gobernabilidad del país, roza el patetismo no sólo el desprecio con el que trata a su propia gente, sino la vehemente justificación de la dirigencia del PSOE de tamaño ninguneo. Porque hablamos de un partido que ha sido el referente de la izquierda española desde la Transición y uno de los pilares de la transformación política y social de España, ahora convertido en mero apéndice del «líder carismático».

Porque entre la exigencia de las debidas explicaciones a los órganos dirigentes de la formación, que hubiera sido lo lógico ante la trascendencia de la decisión de su secretario general, y el espectáculo de la «orfandad desesperada» en la calle de Ferraz, creemos que se pudo encontrar un digno punto medio. No es, pues, la democracia española la que está en peligro, es un PSOE que ha perdido las referencias y ha quedado al albur de los problemas personales de su líder. Con Pedro Sánchez o sin Pedro Sánchez, la vida democrática española seguirá adelante, enfrentando, como ahora, las pretensiones invasivas del espacio público y de las instituciones de este Gobierno. La oposición política, la Judicatura y la Prensa libre seguirán cumpliendo sus respectivos papeles, en cumplimiento del mandato democrático y bajo la protección de nuestro ordenamiento constitucional.

Aunque, tras los últimos acontecimientos vividos, conscientes del riesgo que suponen para la convivencia y las libertades quienes identifican la «auténtica democracia» con sus planteamientos políticos y llaman dramáticamente a la exclusión de quienes no piensan como ellos y difieren de la forma de gestionar la Nación, que pertenece a todos los ciudadanos, no sólo a los que votan socialista.

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