Seguramente han visto alguna vez, en algún edificio o incluso en alguna calle de su ciudad, más de una rareza arquitectónica de uso imposible: una puerta que abre al vacío, una escalera que choca abruptamente contra una pared o quizá un balcón sin ventana ni portezuela por la que se pueda acceder a él. Y seguramente se han preguntado en ese momento en qué estaba pensando el arquitecto que diseño tal atentado a la funcionalidad. Pues, en realidad, esas configuraciones arquitectónicas imposibles se llaman thomasson, son un tipo de arte y su nombre procede de un desafortunado jugador de béisbol: Gary Thomasson.