Tras el anuncio de Pedro Sánchez de reflexionar hasta el lunes sobre su continuidad como presidente del Gobierno se abren varios posibles escenarios.
No pueden disolverse las Cortes hasta el 29 de mayo porque, tal y como establece la Constitución, debe haber transcurrido al menos un año desde las últimas elecciones generales.
Si Sánchez decide salir del Gobierno y quiere dejar la presidencia en manos de otro socialista, abrirían consultas por parte del Rey con el resto de fuerzas políticas del Parlamento para organizar otra investidura para la que sería necesaria nuevos acuerdos y pactos.
Otra posibilidad es que Pedro Sánchez no renuncie a su cargo, pero decida por contra presentar una cuestión de confianza para la que no es necesaria una mayoría absoluta si se quiere que salga adelante.
Se trata de un instrumento político del que dispone el presidente del Gobierno para afrontar una situación de debilidad frente al Parlamento que le ha elegido y mediante el cual el Gobierno pide al Congreso el respaldo a su política.
La Constitución, en su artículo 172, establece que el presidente del Gobierno, previa deliberación del Consejo de Ministros, puede plantear ante el Congreso de los Diputados la cuestión de confianza sobre su programa o sobre una declaración de política general. La confianza se entenderá otorgada cuando vote a favor de la misma la mayoría simple de los Diputados.
El debate se desarrollaría con el mismo formato que las investiduras. La confianza se entiende otorgada cuando obtenga el voto de la mayoría simple de los Diputados.
Si Sánchez no obtuviera la confianza del Congreso, ocurriría igual que si hubiera dimitido y se iniciaría el proceso para investir a un nuevo presidente, con consultas del rey y un nuevo debate de investidura.
