La Diada de Sant Jordi, la gran fiesta del libro y la rosa en Cataluña, ha triunfado este martes sobre la atmósfera de incertidumbre que se cierne particularmente sobre una sociedad, la catalana, sometida a considerables tensiones políticas, ambientales y hasta deportivas. La jornada ha dejado de lado (en lo posible) la crispación preelectoral de las elecciones autonómicas del 12 de mayo, la alarmante cuestión de la sequía (¡incluso ha llovido!) y la desalentadora temporada del FC Barcelona (y el desinfle del Girona) y se ha centrado en los libros. Libros, muchos libros, en catalán y en castellano, para combatir la incerteza y el desasosiego, para alzar un muro o un puente de papel, de ilusión y de fiesta, frente y sobre las cosas que preocupan y abruman (también para reflexionar serenamente sobre ellas).