A principios de 2003, el furor en High Street en Londres era Superdry, una marca que desafiaba sus orígenes británicos y se subía a la ola de los populares estilos callejeros asiáticos, imitando marcas japonesas como Uniqlo. La marca, que se definía a sí misma como ‘británica, con los pies en la tierra y cool’, hacía pantomimas del mercado asiático sin llegar a introducirse en él: colaba personajes populares de anime en su ropa y salpicaba un abrigo con caracteres japoneses. La vestimenta de la empresa fundada por Julian Dunkerton, su actual consejero delegado, era popular entre estrellas como Leonardo DiCaprio y se ganó desde entonces el titulo de una marca ‘premium’.