El actual ministro de Cultura, Ernest Urtasun, tuvo un mal día este viernes. Y es que anunciar una decisión que demuestra que te has equivocado varias veces, y provocar una vigorosa e inmediata reacción contraria, tanto política como mediática, es algo bastante parecido a pegarse un tiro en el pie.
El ministro Urtasun creyó erróneamente que suprimir para el futuro el Premio Nacional de Tauromaquia era una medida que solamente le podía reportar beneficios políticos porque, ya se sabe, según el ministro, la tauromaquia interesa a cuatro personas y hay un ambiente generalizado en contra… Pero, vaya, resulta que la realidad era otra. El ministro se equivocó al creer eso.
También se equivocó -vaya día, señor Urtasun- al creer que con esa decisión mandaba un determinado mensaje, cuando en realidad mandó otro bien diferente. Porque su decisión de suprimir el premio dice mucho más, y peor, de él que de la cultura del toro. Expresa claramente que no ha comprendido en absoluto qué significa ser ministro de Cultura del Gobierno de España, que debe trabajar para todas las expresiones culturales de este país, las que le gustan y las que no, y que sus opiniones personales son eso, personales, pero que él está obligado a defender y promover la tauromaquia porque le obliga la ley.
Y para rematar, también se equivocó pensando que suprimía el Premio Nacional de Tauromaquia. Lo único que ha hecho es que cambie de manos, porque provisionalmente lo concederá la Fundación Toro de Lidia, hasta que un ministro de cultura diferente a éste lo retome. Que lo hará, sin duda. E incluso, varias Comunidades Autónomas van en la misma vía. Lo dicho ¡vaya día, señor ministro!
