Almàssera se viste de Corpus para festejar el “Miracle dels peixets”

Almàssera se viste de Corpus para festejar el “Miracle dels peixets”

El siglo XIV se caracterizó en tierras valencianas por las grandes crisis de todo tipo que sufrieron sus habitantes, especialmente las devenidas con ocasión de la llegada por mar desde Asia de la peste negra al puerto de Valencia en mayo de 1348, que a lo largo del año ocasionó la muerte de miles de personas.

“En l’any de MCCCXXXXVIII fonc la gran mortaldat, e fonc la primera mortaldat, e fonc tan gran que en València hi hac jornada que hi moriren mil persones. Aquesta mortaldat fonc general per tot lo món, que a penes los podien soterrar”, leemos en el Dietari del Capellà dAnfons el Magnànim.

Ello provocó una fuerte desestabilización de todo tipo en el diario vivir de las personas, especialmente en el mundo rural. Las comunidades religiosas, cuyos frailes y monjas se habían volcado en el cuidado y atención de los afectados por la peste, sufrieron muchas bajas mortales contagiados por la peste. Sólo e la Orden de los Dominicos cayeron medio millar de frailes.

En este contexto histórico de complejidad social y sanitaria, un mes después del arribo de la peste, el 10 de junio de 1348, aconteció el Miracle dels Peixets que tuvo por escenario el Barranc del Carraixet, en punto equidistante entre las hoy poblaciones de Alboraya y Almàssera.

El párroco de Alboraya iba a caballo a la alquería de un moro rico converso, sita en la otra ribera del barranco a llevarle el Viático por estar en peligro de muerte, tal vez afectado por la peste. El barranco bajaba crecido y derribó al animal, perdiendo el eclesiástico las Sagradas Formas que portaba, siendo arrastradas por las aguas hasta el mar.

El relato del miracle dels peixets

El historiador dominico Jaume Bleda explicaba en el siglo XVII lo ocurrido de esta manera:

[…]“Cerco al cura, y le compellio soltasse la custodia, o arquilla donde traya dos Hostias, una para comulgar al enfermo, y otra para traer a la vuelta dexado caer la arquilla, el rector procuro salvarse de aquel impetu de agua, y dio noticia en Alboraya de lo que havia acontecido. Pusieron diligencia luego que amayno el barranco en buscar la custodia, y hallaron al fin las formas.

Yendo por la orilla del mar (que esta de allí menos devn quarto de legua) dos pescadores a pescar, o buscando leña vieron dos peces grandes, a la lengua del agua, teniendo cadavno en la boca patentemente vna forma: corrieron, dieron nueuas al Cura de lo que hauian visto, el rector pusose el sobrepeliiz y estola, y cogió vn caliz, y corriendo acudió alla: hallo ser verdad lo que le dixeron, arrodillose ante los peces, los

quales llegaron junto al cura, teniendo siempre en la boca las hostias: tomolas el cura con mucha reuerencia y pusolas dentro del caliz, y lleuolas a Alboraya, en cuya iglesia esta hoy dia el caliz en que las truxo; y la arquilla que se le cayo, en la Yglesia de Almacera.

Y por esta causa entonces desmembraron la vicaria, o rectoría de Almacera, de la rectoría de Alboraya: para que otra vez no les aconteciesse otro tanto. La qual desmembración fue hecha en el año mil trezientos cincuenta y dos… auiendo precedido muchas differecias y debates entre los Jurados y soldados de Almacera y los de Alboraya acerca de esto; como consta por la sentencia de dicha desmembración. Y en memoria de este milagro, el retablo del altar mayor que hizieron en Almacera, lo dedicaron al Sanctissimo Sacramento, y todo el está pintado de esta historia”. […]

A renglón seguido de la independencia eclesiástica, vino la civil, los de Almàssera no querían pertenecer a Alboraya, entre otras razones por la barrera física del barranco. Fue construida una primera Iglesia que se dedicó ya entonces al Santísimo Sacramento del Altar, decorada con escenas del milagro, la que al resultar pequeña fue sustituida en parte sobre ella por otra más grandes a caballo de los siglos XVIII y XIX.

Un artístico retablo de la iglesia vieja se lo llevaron para el Museo Diocesano. Eran “dos tablas primorosas y bien conservadas del siglo XIV, una de las cuales representa el milagroso rescate y la otra el depósito del vaso sagrado”. Ardió cuando en julio de 1936 los milicianos de izquierda asaltaron saquearon e incendiaron el plació arzobispal de Valencia, donde estaba el Museo Diocesano.

Tiene como singularidad el templo parroquial, precioso, “el edículo del altar mayor, trasunto de los monópteros, templos que en Grecia y Roma cobijaban bajo su redonda cúpula divinidades paganas”, a la manera de la Iglesia del Convento de Nuestra Señora de Montesa, conocido también por Palacio del Temple de Valencia.

Gran parte de la iglesia está decorada con pinturas del artista local Antonio Cortina, maestro de Sorolla. Se conserva la arquilla del milagro del siglo XIV, que contenía las dos Formas de la Comunión, “caja de plomo, de forma tumbada, que mide 16×18 centímetros de superficie y 8 de profundidad… cuatro charnelas, cuyas hembras son pasadas por clavijas de metal, sirven, a la vez, de cierres y de bisagras…”.

Por especial Privilegio Pontificio, Almàssera celebra el cuarto domingo de agosto, en plena canícula de verano, la festividad de Corpus Christi con una solemne procesión en la que participan como figurantes de los principales personajes bíblicos que prefiguran la Eucaristía cerca del medio millar de vecinos con ropajes de época.

Hay que ir a Almàssera a disfrutar de este Corpus este último domingo de agosto, hecho a la manera de Valenciade manera que años atrás con su indumentaria y utensilios hasta salvaron el Corpus de Valencia, que estuvo a punto de no celebrarse por el concejal Paco Lledó.

En esa crisis los de Almàssera y el eficiente presidente de Amics del Corpus de entonces, Tony Rossell, salvaron el honor y la fiesta del Corpus de Valencia.

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