China y Estados Unidos continúan dispuestos a preservar la reciente –y frágil– estabilización de los vínculos bilaterales, pero reconocen que es necesaria una “diplomacia activa” para evitar “malentendidos y errores de cálculo”. Es el principal mensaje tras el viaje de tres días del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, al país asiático, el segundo en diez meses. Su última parada, que ha tenido lugar este viernes en Pekín, ha estado marcada por una reunión de casi seis horas con el ministro de Relaciones Exteriores chino, Wang Yi, y un breve encuentro con el presidente Xi Jinping, que, al igual que ocurrió el pasado junio, no constaba en la agenda oficial. El gesto permite interpretar que las cosas han ido relativamente bien.