Delon era guapo y facha, pero más guapo que facha

Delon era guapo y facha, pero más guapo que facha

Alain Delon fue uno de los grandes maestros del cine europeo. Junto a su cara tan perfecta, que daba miedo, se dan cita momentos de ese celuloide en blanco y negro o en color desvaído que da sentido a una época y a parte de la que vino después. Revisité «El silencio de un hombre» bajo el algarrobo macho que plantó mi padre más o menos cuando se hizo la película. El árbol tiene tal diámetro que sería difícil abrazarlo, como hacen ahora algunos modernos que perdieron la cabeza porque no sabían a quién pedirle amor, que es el mayor fracaso del orbe contemporáneo. Si no quieres quien te quiera eres una canción de Camela. Yo lo abrazo (al árbol) con mi cabeza, como si me hubiera tomado un tripi. Cada noche acude una lechuza. Pero esa es otra historia. Tengo un amigo que lo confirma y que estaría dispuesto a jurarlo. Si lo cogen sobrio.

La película me resultó tan vanguardista que me precipitó al abismo. Alain Delon se movía como un gato y apenas hablaba (de ahí el título), y lo veía como en otros casos a Paul Newman o a Steve McQueen. Masculino singular. Brando era ya de otra liga. Sobrenatural.

Tuve que leer al día siguiente como algún articulista le perdonaba la vida al actor que trabajó con Visconti («Rocco y sus hermanos»), Antonioni («El eclipse»), por su deriva ideológica que no estaba cerca precisamente del antiguo partido socialista francés. A Alain Delon, el aspirante a príncipe que se colocó un parche para ilustrar la famosa frase: «Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie», le colocaban adversativas como una cadena con la que llevarlo a la cárcel progresista de lo políticamente correcto. De haber sido un comunista, «Libération» hubiera publicado un manifiesto de adhesión a la causa, pero Delon no lo fue. El hombre más guapo del mundo fue un señor de derechas que resultó quizá un tanto autoritario en la educación de sus hijos. ¿Y a mí qué me importa?, pensé. Un actor es lo que emanan sus películas. Podría ser una inteligencia artificial. No pienso en los cuernos que ponía el muy comunista Paco Rabal a su mujer, Asunción Balaguer, también comunista y enamorada de un hombre bello, a pesar de su cara marcada, cuando escucho «Milana bonita».

Pero así es el mundo, no te perdonan ser guapo y facha, sobre todo lo primero. La belleza es una gracia del cielo. Ningún partido puede hacerte guapo. Si acaso los cirujanos de Alaska. Lo de facha o progre está al alcance de cualquiera. Basta con plantar una frase lapidaria. Nada que conmueva más que la cara de Delon.

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