La ansiedad y las preocupaciones muchas veces son expresadas de forma inconsciente por quien las padece. Y como cada persona es un mundo, hay cientos de adicciones extrañas que hacen a la gente adicta a acciones que les ayudan a mantener aliviar la calma, aunque solo momentáneamente. Está quien se muerde las uñas, quien se enreda el pelo, quien come a destajo, quien se broncea de manera obsesiva… incluso, quien encuentra algo de consuelo comprando sin control.
Al trastorno del síndrome del comprador compulsivo se le conoce como ‘oniomanía’, y es un problema grave que si no se trata a tiempo puede llegar a ser incapacitante para la persona que lo sufre. Hasta este punto se puede llegar de muchas maneras, pero lo que sí es cierto es que no se puede salir de él sin ayuda o tratamiento específico de un profesional.
Aunque sin llegar a rozar lo insano o el trastorno mental, en los tiempos actuales, como cada vez es más sencillo realizar comprar (tan solo hace falta un ‘clic’ de menos de un segundo), existe una preocupante tendencia creciente hacia el consumismo. Rápidamente salen algunos a la palestra a atacar al ‘capitalismo’, alfombra fácil bajo la que barrer la responsabilidad propia, acusándolo de empobrecernos.
Sin embargo, como bien señala el politólogo y economista galleguísimo Miguel Anxo Bastos, no hay mayor valor moral de esta ideología que ahorrar un poco hoy para poder gastar un poco más mañana. Capitalizarse pasa por sacrificar el pequeño disfrute presente por otro mayor a más largo plazo, todo lo contrario a lo que se suele farfullar desde el populismo.
Y aunque los españoles no estemos precisamente entre los más ahorradores, existe un pueblo al norte de Girona donde los extranjeros adinerados llegan en masa, especialmente desde Francia, para gastar a raudales. Los comercios del pequeño municipio, como es lógico, están viendo en los últimos años cómo sus beneficios se multiplican, gracias a la irresponsable cultura del ‘turismo de compras’ que está en boga en la región.
El pueblo de Girona que es el paraíso de las compras para los franceses
Por su situación geográfica, tan próximo a la frontera con Francia, un pequeño pueblo del norte de Girona ha conseguido posicionar en los últimos años como el municipio líder en toda la provincia en cuanto al gasto extranjero. Al estar situado en la vía principal de conexión por tierra entre España y el país galo, los establecimientos locales han encontrado en los visitantes de fuera un ‘filón de oro’.
Se trata del municipio fronterizo de La Jonquera, que lleva décadas aumentando el número de superficies de ventas, siendo una de las más importantes el gigantesco centro ‘Gran Jonquera Outlet and Shopping’ que se inauguró en 2013. Según ha informado EFE, los ciudadanos el suroeste francés cada vez tienen más presente La Jonquera como destino para hacer ‘turismo de compras’.
Tanto es así que, como ha podido saber EFE, se están incluso fletando autocares que ofrecen excursiones de ida y vuelta y paran en este complejo comercial, y parten desde lugares tan alejados como Marsella, que se encuentra a más de 350 kilómetros de La Jonquera. Una de esas webs llega a cobrar hasta 39 euros por el trayecto de ida y regreso en el mismo día.
Por suerte, no solo se están incluyendo visitas comerciales, también existen propuestas animan a conocer el Museo Memorial del Exilio, rutas a pie o excursiones para conocer el patrimonio cultural de La Jonquera. De los siete u ocho millones de visitantes que se acercan cada año hasta el pueblo, el 90% de ellos son franceses, y casi todos acaban parando en el gran recinto comercial.
Un dato realmente significativo que extrajo EFE a través del Big Data CaixaBank Research es que La Jonquera, a pesar de no ser ni de cerca el municipio más grande la provincia, él solo lidera el gasto del visitante extranjero de toda la zona. A través de la información de los TPV (Terminales en Punto de Venta), se ha sabido que del total de movimientos de tarjetas físicas bancarias, el 20,3% de su peso procedía de visitantes internacionales en 2023, lo que supone unos 1.402,7 millones de euros. Todo ello sin tener en cuenta el comercio electrónico ni las transferencias de pago por otras vías.
