Incertidumbres, presupuestos y el 29 de mayo

Incertidumbres, presupuestos y el 29 de mayo

El pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie y el realista ajusta las velas. De fondo, la tormenta. Esto lo añado yo, si me permiten, a la clasificación que hizo el matemático William Ward de las distintas reacciones humanas ante la adversidad allá por el siglo XIX, y las plasmó con tanta fortuna que han llegado hasta nuestros días como un esquema, simple, pero útil para explicar las múltiples formas de encarar las circunstancias complejas que nos rodean. Si la situación ante la que nos encontramos es sencilla, poco importa la respuesta, casi es obligado fluir y acertar, lo complicado es actuar cuando los entornos se enredan. De ahí el añadido de la tormenta varias líneas arriba. Porque, aunque hayamos tenido una tregua (o algo parecido) por el descanso de la Semana Santa, la realidad es que la agitación y, por momentos, el caos se han adueñado de la vida política española.

La tempestad, a pesar del «break», sigue su ritmo imparable. A todas las turbulencias que se le presuponen a una legislatura, las previsibles y propias de la gestión cotidiana, se han sumado varias imprevistas y que, combinadas entre sí, resultan potencialmente destructivas: la incertidumbre se consolida como el elemento definitivo del ciclo político. Junto a los muchos riesgos y temores que el «caso Koldo» infunde en el Gobierno (muchos), en las últimas semanas se han precipitado otros que dan la categoría de decisivo al trimestre que estrenamos. Incluso dejando de lado (y ya es mucho dejar) el factor más desestabilizador, el que suponen Puigdemont y su regreso a España (¿antes o después del 12M?), la secuencia electoral de vascas-catalanas-europeas impide «de facto» que la gobernabilidad avance por unos cauces más o menos prácticos o más o menos fructíferos para la mayoría de los ciudadanos: la parálisis legislativa y de intendencia será casi total hasta que las urnas proyecten unas perspectivas mínimamente claras para los intereses de los distintos partidos.

Y a ese bloqueo generalizado se añade otra derivada que convierte los varios comicios que nos vienen, y sus respectivas combinaciones parlamentarias, en una caprichosa mariposa que al batir sus alas determinará la elaboración de unos presupuestos para 2025. Y ésta sí es la clave para concluir si la legislatura que nació titiritera y se sostiene en el alambre tiene entidad (o no) para prolongarse en el tiempo. El 29 de mayo se cumplirá un año de aquella convocatoria electoral sorpresa de Pedro Sánchez y a partir de esa fecha… ¿Ajustamos las velas?

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