Aunque, siguiendo la costumbre del ejército israelí, no ha sido reivindicado oficialmente, el muy medido ataque lanzado ayer contra una base militar en la ciudad iraní de Isfahán y la comedida reacción del régimen de Teherán parecen haber conjurado, de momento, la preocupante escalada que vive el enfrentamiento militar directo entre ambos países, que comenzó el 1 de abril con el bombardeo del consulado de Irán en Damasco —murieron ocho personas— y elevó dramáticamente el tono el pasado sábado con el masivo ataque con drones y misiles contra territorio de Israel. Igual que este último, la acción de ayer se saldó sin consecuencias especialmente significativas.