Es una mañana soleada en Berlín. Una pareja pasea a su perro, una mujer mayor arrastra su carro de la compra, un padre camina con su niño pequeño. Podría ser la típica estampa de cualquier barrio, si no fuera por un pequeño detalle: seis furgones policiales custodian la entrada a un edificio de un bloque de viviendas y tres policías bloquean la puerta de acceso.