En la era de Internet, los dispositivos electrónicos y la inteligencia artificial, los fichajes en las categorías formativas del fútbol continúan haciéndose a la vieja usanza. Alguien ve a un joven futbolista con talento, saca el teléfono para avisar a un contacto de un club de mayor categoría y ese club envía a una persona a ver cómo juega el posible fichaje. Cuando el enviado comprueba que vale, tantea a la familia para conocer el tipo de entorno y, finalmente, prepara un informe que avale -o no- la nueva incorporación. Luego, el color del relato dependerá del desempeño futuro de la joven promesa. No debe ser fácil tomar ese tipo de decisiones -implican una inversión y el descarte de otras opciones- y, por cada acierto que se festeja, centenares de carreras se quedarán por el camino.