Las postales no son solo cosa de turistas

Las postales no son solo cosa de turistas

Cuando a Eva Rodríguez Bárcena (32 años) una amiga le entrega en mano una postal en blanco se pregunta cómo no se le ha ocurrido nada que contar de su viaje. Le vale con que le escriba qué es lo que le ha gustado, qué no, qué ha comido, si ha ligado o si la cama del hotel era cómoda. Al no hacerlo le toca a ella escribir quién se la ha entregado y la fecha, lo que para Eva supone que se pierda parte de la magia de una postal. Enviar una postal requiere escoger y comprar una, escribir a mano, comprar un sello y buscar un buzón, prácticas propias del mundo de ayer. Un mundo analógico que corre peligro de extinción.

Seguir leyendo

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *