Las telecos recogen cable: de la gran inversión en fibra a las alianzas para ahorrar costes

Las telecos recogen cable: de la gran inversión en fibra a las alianzas para ahorrar costes

Ya en 2017, José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica, no se cansaba de repetir en todas sus intervenciones que gracias al esfuerzo inversor de las operadoras nacionales había “más fibra desplegada en España que en la suma del Reino Unido, Italia, Alemania y Francia juntas”. La sentencia no era exagerada. Las principales compañías de telecomunicaciones —Telefónica, Orange, Vodafone y MásMóvil— se lanzaron a una carrera frenética por llevar la fibra óptica a las principales poblaciones, sustituyendo las obsoletas redes de cobre (y su derivada conexión a internet por ADSL) y de cable coaxial.

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Una cascada de acuerdos

La cascada de acuerdos anunciada este verano entre los tres grandes va a cambiar completamente el panorama de la banda ancha en España por el volumen de líneas a compartir. Abrieron el fuego Masorange y Vodafone que el pasado 24 de julio desvelaban la firma de una carta de intenciones para la creación de una sociedad de red de fibra compartida que proporcionará acceso a servicios de fibra óptica sobre 11,5 millones de líneas a Masorange y Vodafone España, y a otras compañías. El preacuerdo contempla que Masorange sea el dueño del 50% de la sociedad, mientras que el otro 50% se lo repartirán entre Vodafone (10%) y un inversor externo (40%). Apenas una semana después, el 30 de julio, Telefónica y Vodafone anunciaban un acuerdo prácticamente calcado del anterior, aunque de menor alcance porque la sociedad conjunta cubrirá aproximadamente solo 3,5 millones de unidades inmobiliarias. El tercer pacto está a punto de anunciarse. Por el mismo, Masorange se compromete a alquilar a largo plazo (entre 20 y 30 años) la red de Movistar para 3,5 millones de unidades inmobiliarias adicionales a las que ya usa en arrendamiento actualmente, según fuentes conocedoras de la negociación. Además, ambas operadoras invertirán conjuntamente en el despliegue de nueva red de fibra para su uso compartido.

Aunque nadie se esperaba esta cascada de alianzas en un tiempo tan breve, ese movimiento de venta y/o externalización de la red de fibra ya se estaba gestando desde hace unos años. Entre 2019 y 2022, MásMóvil vendió red de fibra para dos millones de hogares a los fondos dueños de Onivia por más de 400 millones de euros. El operador amarillo también se desprendió en el verano de 2022 de una parte de la red de Euskaltel, que vendió por 580 millones a un consorcio de inversores vascos.

Por su parte, Telefónica creó en julio de 2022 Bluevía, una netco especializada en el negocio de fibra en zonas rurales, con el objetivo de llegar a cinco millones de hogares. Desde su comienzo, dio entrada a dos socios institucionales —Vauban Infrastructure Partners y Crédit Agricole Assurances—, a los que vendió el 45% del capital por 1.021 millones de euros. 

Ni siquiera los operadores alternativos se libran de ese pinchazo de la burbuja de la fibra. Digi es la operadora que más crece, tanto en ingresos como en abonados. Aunque, por el momento, ha renunciado a disponer de una red móvil propia (usa la de Telefónica), está desplegando su propia red de fibra en las zonas más rentables (las que tienen mayor densidad de población). Pero ni siquiera el aumento de clientes le ha permitido autofinanciarse. En abril pasado, vendió por hasta 750 millones de euros un total de seis millones de accesos de fibra óptica a un consorcio formado por Macquarie Capital, Abrdn y Arjun Infrastructure Partners, principales accionistas de Onivia.  

Finetwork también pisa fuerte gracias a sus bajos precios. Pero la operadora no ha tenido más remedio que renunciar a tener una red propia. En móvil se la alquila a Vodafone y en banda ancha, acaba de cerrar la venta de sus redes de fibra a la operadora de telecomunicaciones Adamo, controlada por el fondo de capital riesgo francés Ardian. Por su parte, Avatel ha completado este verano una nueva operación para hacer caja con su red de fibra óptica, desprendiéndose del 75% de los derechos de uso de una significativa por la que el fondo Inveready ha pagado 61 millones de euros. Y Lyntia, operador neutro de telecomunicaciones, adquirió redes de fibra a compañías locales en Andalucía y Valencia, y se hizo con la red del Grupo Evolutio. 

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