Los colegios declaran la guerra a los teléfonos, pero los alumnos se rebelan: “Es como si les amputases una mano”

Los colegios declaran la guerra a los teléfonos, pero los alumnos se rebelan: “Es como si les amputases una mano”

Uma Sadurni, de 15 años, tiene móvil desde los 13 y una aplicación de control parental que solo le deja conectarse a internet o a las apps una hora y 45 minutos al día. Lo cuenta resignada porque no ve dónde puede estar el daño. “Somos conscientes de la adicción, pero no nos importa, es algo normalizado, los adultos lo demonizan y nosotros nos reímos, no es un problema”, afirma. A comienzos de curso se encontró con otro obstáculo: su instituto había instalado taquillas para depositar el móvil de forma voluntaria durante la jornada lectiva. En el centro, el público Federico García Lorca de Las Rozas (Madrid), sacar el móvil durante una clase está considerado falta grave y se penaliza con un día de expulsión. A Uma lo de las taquillas le parece una medida muy drástica que atenta contra su “sentido de la independencia” y de la “posesión”. Aun así, ha pedido una porque, dice, no se fía de sí misma. “No me quiero arriesgar a ser sancionada por un descuido, no puedo permitírmelo”.

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